CRÉMER CONTRA CRÉMER
Miguel Cordero del Campillo, medalla de oro de la ciudad
AQUÍ SÍ QUE CABRÍA decir: de su ciudad, con tantos o más fundamentos que los que avalan el nombramiento de tan preciada distinción procedente de lejanos lugares y de países incluso no previstos en la nómina de galardones destinados a expresar la gratitud de los leoneses a todos aquellos que de una o de otra forma han contribuido a elevar el rango y la gloria histórica de la capital del Viejo Reino. El excelentísimo Ayuntamiento de León, «en forma de ciudad», que diría el Marqués de Fuenteoyuelos, cronista de cita obligada, ha tomado por unanimidad el acuerdo de conceder la titulatura, a modo de reconocimiento de obligada consignación, al muy ilustre catedrático, escritor, historiador y profesional veterinario, excelentísimo señor don Miguel Cordero del Campillo. Cuando hace unos días, aprovechando la ocasión del galardón atribuido a una figura del cine español, hacíamos una cierta forma de reproche por lo que podíamos estimar como exceso en la propagación de méritos, recordábamos la existencia de este sabio leonés de Vegamián, tierra sacrificada, a la hora de los generosos reconocimientos que corresponde a toda sociedad formada por gente bien nacida. Y es que León venía arrastrando, desde tiempos lejanísimos, la penosa fama de ser reticente con la proclamación de méritos. Se repetía aquello de que «León hace los hombres para quemarlos y pasar por encima de su recuerdo y de sus cenizas». Y este personaje insigne, ofrecía motivos múltiples para que León entero y sobre todo verdadero, se adelantara a primer término de candilejas de la escena nacional para ser proclamado el más importante, leal y magnífico leonés del año de cada tiempo vivido. A sus ochenta y más años, Cordero del Campillo lo ha sido todo: Desde ciudadano sensible a todos los problemas de su tiempo y de su ciudad, a generoso adelantado de la humanidad solidaria. Rector de una universidad que sin su esfuerzo quizá no hubiera sido posible, Miembro de la Real Academia de Oviedo y de la Real Sociedad Española Historia, miembro de la Academia de Doctores de Madrid y autor de soberbios estudios sobre temas de su especialización veterinaria y de su condición de hombre abierto, adelantado político a las más exigentes demandas de nuestra hora. Cordero del Campillo es ya, sin duda oficial, la figura más relevante de la historia y aún de la intrahistoria de León. Ha merecido la gratitud, la admiración y el respeto de sus conciudadanos y todos cuantos le conocen, le colocan entre sus idolatrías más serias. Es, por derecho y por amor de sus gentes, Leonés del Año y figura en alguna de esas placas recordatorias, con las cuales el Ayuntamiento suele cubrir sus descuidos. Ahora se le concede la Medalla de Oro de la ciudad y sólo cabe decir que no es el ayuntamiento el que honra a uno de sus hijos más preclaros, sino éste el que concede con su vida ejemplar motivo de honor a la ciudad y a sus hombres. ¡Aleluya!