Bush: más mentiras

ES LO que le faltaba al presidente Bush: que su propio espionaje confirmase que la guerra de Irak ha aumentado la amenaza terrorista hasta límites impensables antes del 11-S. Con este informe de las agencias de inteligencia y espionaje se cae otra de las más solemnes afirmaciones del presidente estadounidense: que el mundo era más seguro desde que Sadam Husein fue aplastado. La conclusión de los expertos es justamente la contraria. Episodios como la invasión de Irak, los presos de Guantánamo o las torturas en la prisión iraquí de Abu Ghraib han actuado como propulsores del movimiento yihadista -ese que Bush y los suyos llaman islamofascista-. De tal modo que la amenaza terrorista no está yendo a menos sino a más, expandiéndose por todo el mundo islámico y también por Europa. Este es el retrato que los expertos han hecho de la situación. Cuando uno recuerda la mentirijilla de Eros que estuvo a punto de costarle la presidencia a Clinton o la mentira gorda que se la costó a Nixon en el caso Watergate, no puede entender la impunidad de todas las grandes mentiras e invenciones de Bush desde el 11-S para acá y, en particular, las que condujeron a la ocupación de Irak. (las armas de destrucción masiva, la relación de los iraquíes con Al Qaida, etcétera). Los medios de comunicación, que fueron claves en el derribo del corrupto Nixon, no fueron capaces de sobreponerse a una opinión pública rendida ante el actual presidente y acabaron colaborando en la difusión de sus improbables y absurdos mensajes. ¿Cómo no ser comprensivo con él después? Ahora se denuncian todas esas falacias del Pentágono y de la Casa Blanca, pero ya es tarde, porque fueron demasiados los que comulgaron con ellas. Esto explica que el presidente no corra semejantes riesgos, a pesar de haber dilapidado el apoyo popular (que lo tuvo cuando su nación deseaba creerle). Ahora todos saben que invadió el país equivocado con razones inventadas. Pero, como ya está hecho, todos hablan de cómo salir de allí sin replantearse cómo se entró y sin empeorar la situación. En ello están. Es el pragmatismo anglosajón. Mientras, el espionaje prueba que el mundo es menos seguro desde que se acabó con Sadam Husein. ¡Qué paradoja!