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CARLOS G. REIGOSA
León

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¿HABLAMOS de lo que nos interesa? No lo parece. La elaboración de los Presupuestos Generales del Estado, tan favorables a Cataluña y bastante menos propicios para otras comunidades, apenas han sido objeto de debate en nuestro país. El asunto nos ha cogido muy ocupados en pleno despelleje político-mediático sobre la teoría de la conspiración vinculada al 11-M. Por si esto no bastase, también continuamos las elucubraciones sobre ese «proceso vasco» que va a ser «largo, duro y difícil» (en palabras del presidente Zapatero) y que, por lo tanto, nos mantendrá enfrascados en otra serie de debates previsiblemente enconados y casi siempre desorientadores. Por si esto no bastase, tenemos todo el agrio forcejeo sobre la inmigración ilegal, el efecto llamada de la última regulación y las incertidumbres del futuro (cuando ya veamos las cosas como los suizos, por ejemplo). Es de lo que hablamos estos días con desconcertante intensidad y dedicación. Pero, al hablar de esto, ¿hablamos de lo que más nos interesa? ¿O todos esos grandes temas son solo excelentes cortinas de humo para entrenar nuestra miopía? Algunos partidos sostenían antaño la urgencia de reformar el sistema tributario para que no paguen solo los asalariados. ¿Caducó la aspiración? También íbamos a mejorar el acceso a la vivienda, la sanidad, la educación, la investigación, el medio ambiente, la protección de costas, etcétera. Y no diré yo que no se haya mejorado, sólo digo que no se habla de ello ni se discute en serio. ¿Por qué? Porque estamos en el rudo encono, que restringe el ámbito de reflexión y concentra las energías en los tres o cuatro temas que ya se consideran «de sustancia electoral». Si la diferencia entre políticos y estadistas es que los primeros solo piensan en las próximas elecciones mientras que los segundos lo hacen en la próxima generación, está claro que en nuestro país ya solo quedan políticos. Y es una lástima porque estamos en el momento de aceptar grandes retos y convertirlos en el eje de nuestra reflexión política, corrigiendo esa competitividad que no mejora o una balanza comercial que se mantiene adversa. Lo demás se acerca a la política basura.

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