Los efectos prácticos de esta medida son realmente nulos y es improbable que se aplique
El Papa dará libertad para que los curas que quieran oficien la misa en latín
Un documento que ultima Benedicto XVI podría terminar con el cisma de los lefebvrianos
El Papa dará libertad a los curas que lo deseen para oficiar misa en latín, según la liturgia anterior a la reforma moderna del Concilio Vaticano II, de 1969, que impuso la eucaristía tal como es hoy en día, con el cura mirando a los fieles y no de espaldas a ellos, y en las lenguas nacionales. Es una decisión avanzada por el diario británico The Times y no desmentida por fuentes vaticanas, pero que no sorprende a nadie pues Benedicto XVI adora el latín, el gregoriano y en general todo lo que suene a cristianismo original. Ratzinger estaría ultimando un documento, un motu propio , al respecto pero se ignora el contenido exacto y la fecha de divulgación. Hasta ahora estos ritos requieren una autorización especial del obispo de la diócesis. Los efectos prácticos de esta medida son prácticamente nulos y es improbable que en una parroquia cualquiera el sacerdote comience de repente a dar misa en latín, como en los viejos tiempos, pero se trata de un guiño importante hacia un sector de la Iglesia nostálgico y tradicionalista, y concretamente hacia el grupo escindido de monseñor Lefebvre. Este arzobispo francés, de mentalidad ultraconservadora y que se oponía a las innovaciones del Concilio, fue excomulgado en 1988 por Juan Pablo II por ordenar obispos sin su permiso. Desde entonces su escasos seguidores van por libre en la Fraternidad de San Pío X, con sede en la ciudad suiza de Econe, pero este cisma, el último de importancia de la Iglesia, es todavía una herida abierta en la Santa Sede. Sin embargo, la llegada de Benedicto XVI ha abierto la puerta para un retorno al redil de los lefebvrianos y de hecho el Papa recibió el 29 de agosto de 2005 a su actual superior, monseñor Fellay, para tantear el terreno. El asunto también fue abordado el pasado mes de marzo en el consistorio de cardenales. El nuevo documento allanaría el camino para la reintegración de este grupo, pues a fin de cuentas su principal reclamación es que les dejen dar misa en latín y con la liturgia preconciliar de Pío V sin tener que pedir autorización al obispo correspondiente. No obstante, sería una concesión a cambio de un reconocimiento pleno y expreso por su parte del Concilio Vaticano II. Tenga éxito o no la jugada, seguramente dividirá a su vez a los lefebvrianos , pues ellos mismos están enfrentados entre los más proclives a un acuerdo con Roma y un núcleo duro de retrógrados irreductibles. En cualquier caso, la recuperación del latín para colocarlo de nuevo en un lugar visible de la vida de la Iglesia es un deseo personal de Ratzinger, que lo ve como un valioso patrimonio que no se puede perder. «Creo que se debe ser más generoso al consentir el antiguo rito a quien lo desee, no veo que tiene de peligroso, y además una comunidad se cuestiona a sí misma cuando de improviso prohíbe lo que hasta hace poco tiempo le parecía sagrado» RATZINGER Cuando todavía era cardenal