Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Día de abstinencia de alcohol

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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EL ESPAÑOLITO MADRE lo guarde Dios, tendrá todos los defectos que ustedes quieran: desde su pasión y afición al football y su entrega a la política de segunda división, hasta la consumición del tiempo dedicado a la formación profesional y cultural a cambio de otros menesteres de superior cuantía. Pero el españolito, madre, le siga guardando Dios por muchos años y contra la invasión de fenicios, cartagineses, romanos y marroquíes, no es tonto de baba, ni se chupa el dedo gordo de la mano izquierda, ni cree que las normas establecidas para su provecho, gloria y seguridad, son las acertadas ni sobre todo las necesarias para su resolución positiva. Al españolito que decimos le están robando todo: el territorio, el bienestar, el amor y los gratísimos vicios que, según el santo varón, son espléndidas virtudes. Así el fumar, el amor a pierna suelta y el vino. Las múltiples y variadas asociaciones beneméritas para la limpia y pura sanidad humana se han reunido y han acordado o están a punto de perpetrar una ley que restrinja drásticamente el consumo de alcohol, el vino nuestro de cada comida y de cada bebida, apelando a cuantas autoridades sean precisas para que lo del botellón, por ejemplo, que era o es un acto de protesta contra la explotación a la juventud por taberneros, hoteleros y similares, sea reducida a un mero recuerdo de días mejores. Y no es que a nosotros, nos interese para nada el ejercicio o deporte de beber vinarros y licorazos a precio de ambrosías helénicas, ni mucho menos, pero es que al paso que llevan los preclaros gobernantes de nuestros vicios y costumbres acabarán por no permitir al personal que respire gratuitamente. Para estimular esta nueva tendencia restrictiva, se hace uso de toda clase de consideraciones científicas asegurando que beber es malo para la salud, o entonando la bella canción crítica que proclama: «Cuando se emborracha el pobre, le llaman el borrachón; cuando se emborracha el rico, que alegrito es el señor». O sea que todo es según el frasco, el contenido del frasco y los hábitos del legislador. Sin embargo un cierto sector de la Medicina de familia, asegura que un vaso de buen vino después de las comidas es tan bueno y milagroso como la Virgen del Santo Remedio y que el vino como el tabaco, como hacer el amor, no tan sólo no es pernicioso y pecaminoso sino que bien usado, en proporciones normales, es tan beneficioso como la política. ¿Existe algo más turbador, más conflictivo, más peligroso para la salud del alma y del cuerpo que aquella política llevada al máximo de sus maleficios? Véase el caso de Hungría, tierra de osos pardos para circos europeos, donde precisamente para evitar la ruina total del país, las masas que fuman, que beben vino y que hacen el amor a la sombra de los tilos en flor, se han sublevado contra un presidente que les mentía todos los días y todas las noches, asegurándoles que todo marchaba de puta madre, cuando la verdad era que se morían hasta los osos de hambre. Mentir en política, es como beber o como fumar, una manera de expresarse, de dar razón de cada uno. Pero la amenaza de restringir el vino de cada día nos parece un error, un tremendo error.

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