Diario de León

El descubrimiento permitirá eliminar un compuesto que causa grandes pérdidas económicas

El Inbiotec crea un proceso para que el corcho no deje mal sabor en los vinos

Una vez probada con éxito, la iniciativa se empezará a aplicar en las industrias portuguesas

Juan José Rubio Coque es el coordinador del Área de Procesos Microbianos y responsable del proyecto

Juan José Rubio Coque es el coordinador del Área de Procesos Microbianos y responsable del proyecto

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María J. Fernández - león
León

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El Instituto de Biotecnología de León (Inbiotec) ha probado con éxito en el laboratorio un proceso oxidativo que logra eliminar el tricloroanisol (TCA) de los tapones de corcho y que, por lo tanto, se perfila como una posible solución para evitar el mal sabor en el vino que causa este tipo de compuesto y las grandes pérdidas económicas a las que da lugar como consecuencia de su efecto. Este estudio forma parte de un proyecto de investigación que cuenta con la colaboración de la Asociación Portuguesa del Corcho (Apcor) y que abarca distintas líneas de investigación para combatir el efecto de este contaminante. El proceso oxidativo desarrollado se enmarca dentro de la línea de investigación dirigida a diseñar un proceso químico que sirva para eliminar el TCA de los tapones, y hasta ahora es el que ha dado mejores resultados. El coordinador del Área de Procesos Microbianos del instituto y responsable de este proyecto, Juan José Rubio Coque, explica que, una vez probado el proceso con éxito en el laboratorio, se comenzarán a realizar pruebas en las industrias portuguesas del sector como medio de desrrollo. Ésta no es la única línea de estudio que mantiene abierta el Inbiotec para combatir el efecto de los tricloroanisoles, que proceden de los pesticidas empleados para evitar el crecimiento de hongos en la madera y que luego son absorbidos por el corcho empleado para hacer los tapones de las botellas de vino. El instituto también trabaja en el aislamiento de microorganismos capaces de degradar el TCA para utilizarlos después en la eliminación de este compuesto. Juan José Rubio Coque señala que «ya se han aislado varios de estos microorganismos y ahora tenemos que profundizar en el proceso degradativo». Otra de las estrategias desarrolladas dentro de este proyecto se dedica a analizar si los hongos ligninolíticos, que degradan la madera, tienen capacidad para degradar también el TCA, algo que de momento «se ha comprobado que en una pequeña proporción sí», según señala el responsable del proyecto. Por último, el instituto de Biotecnología también se encarga del diseño de cepas de hongos que puedan ser utilizados en los bosques sobre los propios alcornoques de los que se extrae el corcho para atacar directamente la presencia del compuesto desde una primera fase. Estas líneas de investigación se enmarcan dentro de un proyecto que se desarrolla mediante un contrato establecido entre el instituto y la Apcor que constituye uno de los estudios de mayor envergadura económica que realiza el instituto, con un presupuesto de 280.000 euros, financiados por 12 empresas portuguesas.

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