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HAY un lilar que está celebrando el otoño desbotonando dos florones de los suyos... caramba... ¿lilas muriendo el verano?... imposible, en jamás de los jamases, nunca se vio. Quien quiera ver símbolos o señales en esta rareza está en su derecho y motivo porque es más o menos cierto que las cosas extraordinarias no suceden porque sí. Habrá quien vea otra inequívoca manifestación del recurrido cambio climático, que es en estos momentos el asunto-cajón al que se sube más número de profetas para predicar la catástrofe que nos reboza. Podría ser. Cuando se está en condiciones extremas siempre hay quien se confunde, disparata o se aprovecha. Podría ser. El clima parece tomarse sus caprichos, pues el hombre tampoco se priva de hacerlo, aunque muchas veces ocurre que a los profetas les sobra futuro y les falta memoria. El clima, con todo lo que está cayendo o no cae, sigue en sus trece y cambia con más lentitud de la que se pregona. La secura de aquí es pantanada en Hungría y, al año siguiente, lo mismo es al revés. La catástrofe climática, sin embargo, parece bien anunciada. Llegará, pero no será fácil, bestia ni pronto porque la burocracia divina o celestial es aún más lenta que la que aquí padecemos, entre otras razones, porque allí cada día es una eternidad. Así que no veo yo el cambio climático de córpore insepulto como razón de este fenómeno raro de las lilas bobas. Me atrevo a decir esto porque creo conocer la verdadera razón de este suceso extraordinario que no es señal divina ni guiño del infierno con lujuria floral (la flor es el sexo de las plantas). El caso es que es lilar perdió casi todas sus hojas en agosto atacadas por algún hongo o roña. Se esfolió y yo me dije sansejodió. Pero no. Al estar bien regado, sus yemas se recompusieron y se desabrocharon restituyendo brotes nuevos para paliar aquella pérdida sorpresiva. Y en medio, dos lilas con ganas de polvo y polen echando un cuete al sol y un brindis al disparate justo cuando el calendario escribía su veranillo del membrillo. Lo raro y lo poco natural hubiera sido desaprovechar esta oportunidad de repetir flor en tiempo inapropiado. Los profetas de jardín callaron. No hay salmo climático con el que disparar al cielo. Esas lilas son solamente solilas, sobre lilas, lilas sobreras... en una lidia de otoño.

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