Diario de León
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CARLOS G. REIGOSA
León

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DESPUÉS de la marcha de Bono, el presidente Rodríguez Zapatero se ha quedado sin representación de la «vieja guardia» socialista en su entorno político inmediato, con la salvedad del sutil y polivalente Alfredo Pérez Rubalcaba, que es, como me dijo uno de sus compañeros, «ese que siempre está, porque está en todo, aunque no lo parezca». Fuera del núcleo zapateril, sobreviven -cómodos, pero sin poder real, según Joaquín Leguina- los líderes de antaño, todavía jóvenes (si los comparamos por ejemplo con Chirac), pero recogidos en un prudente silencio «para no crear interferencias». Zapatero debería de estarles agradecido -y supongo que se lo está- porque lo cierto es que han permanecido callados a pesar de no compartir sus «políticas de riesgo», como la reforma del Estatuto de Cataluña o la ruptura de los consensos de la Transición con el PP. No lo dicen casi nunca en público, aunque no es tan difícil escuchárselo en privado. Felipe González me confesaba hace pocos meses que no deseaba hablar más porque cuando lo hacía se levantaba una polvareda. Sin embargo, el pasado miércoles Alfonso Guerra se permitió ser claro en el Club Siglo XXI. Para decirles a sus compañeros del PSOE que se equivocan si creen que es positiva para sus intereses la estrategia de aislar al PP. E hizo un llamamiento a la oposición y sobre todo a su partido para «recuperar el espíritu constitucional», que exigiría el pacto PSOE-PP en cuestiones esenciales, como las reformas de los estatutos, la ley electoral o la política antiterrorista. Guerra lamentó que la Constitución no incluyera que los estatutos de autonomía deberían ser aprobados por dos tercios en el Congreso y no con mayoría simple. «Las cosas hubieran ido mucho mejor», dijo, y desde luego el actual Estatuto catalán no hubiera salido adelante. ¿Atacaba Guerra a Zapatero? No, sólo hacía un llamamiento desde su propia experiencia política, algo por desgracia muy poco frecuente en nuestros partidos. Y en esa línea reivindicó la vuelta a los acuerdos PSOE-PP y defendió la necesidad de un Estado con las competencias necesarias para ser eficaz y solidario. Y yo me pregunto: ¿Seguro que no expresó un deseo mayoritario en la sociedad española?

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