El envejecimiento poblacional, las familias reducidas y el trabajo femenino agravan el problema
Ocho de cada diez dependientes son atendidos por mujeres de la familia
Los expertos prevén ajustes continuos para adaptar la Ley de Dependencia a la sociedad
Sean cuales sean los términos en que se apruebe la futura Ley de Dependencia, ahora en trámite parlamentario, «tendrá que ser revisada enseguida» para asegurar su eficacia. Es la previsión de algunos expertos después de analizar en profundidad el problema de la dependencia en España, una situación de incapacidad para valerse por uno mismo que afecta a casi 1,3 millones de personas, y las perspectivas que abre la creación del futuro Sistema Nacional de cobertura social. A juicio de Antonio Abellán, profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic) y uno de los coordinadores de Envejecimiento y Dependencia. Una mirada al panorama futuro de la población española , la Ley es «muy positiva» pero también «muy compleja». La financiación, poco detallada en el proyecto redactado por el Gobierno, el encaje de la ley, estatal, en las competencias en asuntos sociales que ejercen las autonomías, y la falta de concreción en el grado de cobertura que tendrán los dependientes en función de su grado de necesidad abren, a su juicio, grandes interrogantes, que exigirán un gran acuerdo «entre partidos políticos», y retoques continuos hasta que el modelo se amolde a las necesidades de la sociedad española. «Está pasando en otros países como Alemania, donde se ha creado un sistema de atención a la dependencia y lo modifican continuamente», explicó. La falta hasta ahora de un marco integral de atención de las personas que por edad o enfermedad necesitan ayuda en el día a día es el principal punto débil del sistema español del bienestar. Una sociedad envejecida Más aún, dicen los autores del estudio impulsado por Mondial Assistance , cuando las proyecciones demográficas españolas hablan de una sociedad de viejos para el año 2025. La expectativa media de vida se incrementará unos tres años, hasta los 80 en el caso de los varones, y 86 las mujeres españolas. Un 6,5% de la población será octogenaria, y dentro de dos décadas el número de dependientes podría llegar a los 2,3 millones. En paralelo, la natalidad, que repunta estos años gracias a las madres inmigrantes, se estancará. En ese contexto, el actual modelo, que en más del 80% de los casos carga sobre las familiares femeninas la atención a los mayores y dependientes, «es insostenible». Lo es por puro cálculo demográfico -el vértice de la pirámide sobrecargado de población vieja, y la base, los jóvenes, cada vez con menos población- y porque la familia tradicional, con muchos miembros capaces de repartirse el cuidado del padre con alzhéimer, desaparece a marchas forzadas. Y un tercer elemento crucial, la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral pone en peligro el puntal principal del cuidado a los mayores y discapacitados. «El modelo actual no es sostenible. Si no se hace algo, a este paso todos los niños que nazcan en el futuro serán cuidadores de un dependiente», subrayó Abellán. La respuesta debe estar, según los expertos, en un sistema de atención pública con presupuesto suficiente, que puede completarse con «estrategias privadas» de distinta índole; seguros de dependencia, capitalización del patrimonio inmobiliario y otras.