CRÉMER CONTRA CRÉMER
Ángeles y duendes
EXISTEN CIUDADES en el mundo entero y verdadero que o tienen ángel o tienen duende. Otras, también por desgracia, que carecen de lo uno y de lo otro. Solamente disponen de caciques, de arbitristas, de manipuladores y de muchas demás gentes de buen vivir. Para la ordenación de la sociedad de que se componen las sociedades más o menos democráticas, se cuenta con la Policía. Hay policías de distinta clase y color: Policía nacional, internacional, local y rural. León, o sea nosotros, siempre hemos contado, más o menos, con una Policía Local espléndida y eficiente. No diremos lo de que es una policía que por coger al que no es, detienen siempre al que es, porque no se puede comprobar la realidad de este apunte, pero en el historial que nosotros, o sease, el que suscribe redacta para general conocimiento y demás factos y afectos, me es obligado declarar que los leoneses nos sentimos orgullosos de nuestras distintas policías, dentro de lo que cabe, y que tal como está demostrado por el uso, donde hay policía, no diremos que no haya ladrones y navegantes del Mediterráneo, pero sí que estos malbaratados e indinos ciudadanos de patera y asalto se mueven en sus trabajos con mayor dificultad que cuando la ciudad no tenía guardias ni policías ni siquiera soplones, que son los que en verdad facilitan la labor de seguridad y el descubrimiento de los malhechores. Cuando León era un pueblón de abarca y pellizca y apenas si la población ocupante llegaba a los veinte mil ciudadanos, contando los alfoces de La Corredera, Armunia y San Pedro de los Huertos, el orden y concierto de la ciudad estaba encomendado a un solo guardia, un «romanón» grande y especializado en la agricultura de barrio. Bastaba con que el señor León, que así se llamaba el guardián hiciera su aparición en el lugar del percance, para que el autor del desaguisado se sintiera acorralado definitivamente. Luego, con el tiempo y la caña de pescar cambios y democracias, superado el tiempo tempestuoso de la dictadura del ferrolano, la policía fue estructurada de acuerdo con la llamada de los nuevos tiempos y se construyeron los núcleos beneméritos de las distintas policías que ejercían su función en beneficio del común de vecinos. ¡Alabados sean estos servidores del común y que los presupuestos les sean propicios a fin de alcanzar el rango que como funcionarios del Estado les corresponde, que no todo van a ser dineros para ministros, presidentes, alcaldes, ediles de segunda y futbolistas de tercera. Celebraron estos días que dejamos, ya con el otoño encima, la fiesta de los Ángeles Custodios y no es que nos sintamos ya seguros de por vida, pero tampoco lo contrario. Y como no es fácil arrancar de la parroquia un gesto de gratitud por los muchos servidos ofrecidos a la comunidad, nosotros, o sea el que suscribe, que siempre anduvo con policías detrás de su mala sombra, felicitemos al Cuerpo y le deseemos de todo corazón suerte, vista y al ladrón, sea de donde fuere, marroquí, tanzanio, ecuatoriano o villano simplemente.