Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

La tierra y los inmigrantes

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

Y FUE EL POLÍTICO galo, o sea de la Francia de la grandeza, de la Francia de los senegaleses a su servicio para hacer de guardias en los campos de concentración que se habían prevenido para acoger republicanos españoles fugitivos y de la Francia de los Cien mil Hijos de San Luis y del acuerdo de no intervención, y fue digo un político de nuestro tiempo y en respuesta de la demanda de colaboración para erradicar la epidemia moderna de los fugitivos del hambre, que ocupaban nuestras tierras, y alegó, con un cierto tono de bueno que España no se vería ocupada ni disminuída ni alterada política, social y económicamente por veinticinco millones más o menos de inmigrantes que vinieran de donde vinieran y ocuparan el territorio. El político francés, una vez expuesta su oponión, caló el chambergo, requirió la espada, miró el sol y miró de soslayo o lo que fuese y no hubo nada. (O sea como en el Capitán Alatriste, pero en lengua de Moliere). El desmadre lingüístico y político se quedó sin respuesta, fuera porque el Gobierno de la Madre Pátria no encontraba palabras para cubrir el expediente y condenar al fraternal vecino, o porque efectivamente a España todavía le sobra tierra vacía, tierra sin cultivar o tierra para toros y vaquillas, para emplear en ella la avalancha humana que se nos meten dentro por los tenebrosos pasillos de nuestras justas. Lo que sucede, o lo que comprobamos, es que, en lugar de emplear a los miles (ya millones) de inmigrantes, llegados de todos los lugares del mundo en demanda de un puesto a la lumbre, en lugar de proporcionarles trabajo en los territorios de labranza, vacíos, les acogen en ciudades ya desbordadas por la emigración rural propia de nuestros campos, de nuestra política y de nuestra agricultura, cada día más estéril y por supuesto menos en situación de ser recuperada para la espiga y para la sangre del trabajador de la tierra. Porque en España, además todavía la tierra no es exactamente para el que la trabaja, sino del rico heredero, del manipulador de bienes ajenos y de campos de golf, de fútbol y de viviendas de lujo para el acogimiento de aquellos felices miembros de la comunidad que les requieren para colmar sus ocios. ¿Por qué -se pregunta el común de vecinos, que se ve desalojado de aquellos centros a los que podría acogerse para su supervivencia, tratándose como se trata de su madre pátria- no se les facilita a los inmigrantes del hambre medios para labrar estos territorios nuestros tan necesitados de la mano del hombre y del sudor de los obreros sin obra? ¿No resultaría esta medida de dar tierra a los desterrados una fórmula más humana, más barata y más democrática, que recoger náufragos, darles casa, comida y manta a cuenta del presupuesto, convirtiéndoles en peregrinos del hambre en tierras de promisión, en lugar de recogerlas, sí, retenerlas, darles los medios necesarios y concederles tierra y casa y un lugar real y cristiano o socialista al sol de la Iberia acogedora? ¡Es un decir, señor!

tracking