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CRÉMER CONTRA CRÉMER

Las chicas saludables

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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LA ACTUALIDAD LOCAL o provincial me aconseja que en lugar de meterme a considerar acciones gubernamentales o promociones para cubrir los puestos principales de nuestra geografía política, dediquemos algún tiempo de los espacios que nos son encomendados a esa forma de guerra interior que se libró tiempo atrás en la Pasarela Cibeles, de Madrid, capital de España, con permiso de Cataluña, de Andalucía, de Valencia y del País Vasco con Galicia y la Castilla de los independentistas. Porque a risa puede ser que lo tome la gente, pero a nuestro cortísimo entender puede que se trate de una revolución social más importante incluso que la del feminismo, propiamente dicho: Las chicas de la Pasarela se han sublevado y no se resignan a que les tomen el peso como a las terneras antes del sacrificio. Los que rigen estos destinos de la moda, de la carne, de la estética y del famoseo han decretado que no deben ser admitidas en esas demostraciones feriales que se producen en el mundo para la oferta de telas, vestidos y desnudos muchachas entecas, finas y exentas de aquellas carnosidades que la teología condena y el hombre, el macho ibérico en este caso, persigue con ahinco. Por lo que respecta a nuestro saber y entender, todas las muchachas en flor que nos ofrecen, con paso rítmico y cruzado, los vestidos más atrevidos del mercado y las más atrevidas carnosidades en blanco, sin saltarse los límites de lo honesto, todas y cada una sueltas o en conjunto nos parecen estupendas y si se las exigen unos kilos de más para no sobresaltar a la afición, este recorte nunca puede influir en la proporción que la seducción requiere. Se habla de la masa corpórea, y uno la verdad es que no se la explica si de ella he de retirarse o añadir formas y reformas. Hubo un tiempo, que no era precisamente el de Rubens, ni el de Pericles, en el cual se hablaba de que no había mejor espejo para la buena calificación de la hembra en exhibición que la carne sobre el hueso, y la degración posterior de la selección de la especie había de atenerse a la estricta cobertura carnal de una osamenta limitadísima. Ni carne ni hueso, se llegó a decretar. Y temiendo que la lección de estática femenina degenerara de manera tan peligrosa como que determinara el fallecimiento por anorexia de chicas que estaban buenas cuanto más respetuosas eran son las normas helénicas de la plástica. Cuando la mujer tenía masas perfectamente sólidas y pulidas sin necesidad de someterse a ejercicios de penitencia alimenticia y delanteras tan en su sitio que para sí lo desearan esos conjuntos deportivos que hablan de la ineficacia de sus delanteras. Ahora los tiros de la moda se dirigen hacia la conquista de la chica saludable, o sea la muchacha que gozando de buena salud disponga de notas escultóricas que por sí mismas constituyan el mayor motivo de atracción de la especie o del género. Los feriantes que acuden a las exhibiciones femeninas, masculinas y neutras, están alarmados: Eva en el Paraíso era una mujer, con todo. Hoja de ruta para el lector desatento. Allí donde en el comentario correspondiente al día martes, 19 de septiembre pretendíamos hilvanar un texto explicativo de nuestra vinculación con moros y cristianos el malvado Caravel se salió con la suya y nos recortó el párrafo sustrayéndole precisamente la doctrina. Y lo que se le escamoteó al curioso lector fue esta sustanciosa letra: «...en la que se dice que nos ha sido posible. España, o sea esta tierra nuestra producto precisamente de un larguísimo y doloroso combate contra los unos y contra los otros, etcétera...». Y aunque confiemos en la inteligencia y perspicacia del lector, advertimos el lapsus o lo que fuera para un futuro más exacto. Amén.

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