Diario de León

EL AULLIDO

Enamorado de Scarlett Johansson

Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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DAN GANAS DE VIVIR peligrosamente, de enviarle cartas a direcciones inventadas todas dirigidas a ella, nueva diosa verdadera¿ Sí, cada época tiene una exuberante musa de celuloide nacida para que cuando la miremos en la gran pantalla se ponga al día, oh sí, nuestro interiorizado sentido de lo geométrico. Y aquí está abrillantando nuestros sueños. Ella en «Scoob», la nueva película o gema semipreciosa de Woody Allen recientemente estrenada en las alicaídas salas de cine leonesas. El Teatro Emperador ha cerrado sus puertas para siempre pero al menos Woody Allen, ese aristócrata del humor inteligente, regresa para consolarnos al insinuar que en la vida no hay más ley que la ironía¿ «Mi mujer me pilló en la cama con otra y yo le dije que la había engañado porque ella era muy dominante. Me aseguró entonces que yo era tan inmaduro como un chiquillo y yo tenía una buena respuesta para eso pero levanté la mano y ella no me dio la palabra»¿ La nueva Marylyn del siglo XXI es esta niña nórdica como salida de un cuadro prerafaelista. Y a este director genial con aspecto de sacristán endeble, todo él gafas de pasta, todo él carne de diván, no sólo le ha devuelto la ilusión sino que le ha sacado de su claustrofóbico Manhattan para traerle a rodar a Londres. Basta una chica de cuerpo justiciero para cambiar de bando y hasta cruzar océanos. Tras «Match Point», el conspicuo drama psicológico sobre el poder, la amistad y los triángulos amorosos que nos ofreció el año pasado, ahora vuelve decididamente a la comedia con una película ingeniosa y moderadamente alocada sobre un periodista que regresa de la muerte para no perder una noticia bomba, sobre una chica de prácticas que parece haber nacido sabiendo buscarse la vida y sobre un mago de segunda que tiene la desgracia de enterase de forma sobrenatural de la identidad de un asesino en serie. Todo lo disparatado se vuelve realista en el cine racionalista y desternillante de Woody Allen. Por eso aquí está recién estrenada esta comedia de excelente fractura escrita y dirigida por una especie de Groucho sin bigote en versión neurótica, brillante, postmoderna, lúcida, hipocondríaca¿ Un Groucho con maneras de hombrecillo cuyo oficio consiste en reírse de sí mismo, reírse ante el espejo, sí, reírse y hacer reír mientras hace pensar: «En casa en vez de llamarla mamá solíamos referirnos a ella como la sionista castradora»¿ «¿Mi religión? ¿Te refieres a mis creencias? Pues fui educado en el judaísmo pero ahora poco a poco me estoy convirtiendo al narcisismo»¿ La risa es al mismo tiempo terapia y vía de conocimiento. Y, aunque sombran los motivos para ir al cine a ver esta película, ahí está además Scarlett Johansson en bañador como un sueño de carne y hueso con más carne que hueso. Novia de todos y nadie. Así casi es fácil escribir. Fácil con esta musa que parece una terapia, una cura de todo y de nada igual que el psicoanálisis: documento expedido por y para la eternidad. Vivimos tiempos en los que se llama cómico al primer tipo casposo y cutre que se pone ante la cámara, sí, pero también nos queda una vez al año el consuelo de una película de este bufón genial adicto al jazz, los terapeutas y el amor estrafalario; de este geniecillo nervioso capaz de derretir en hora y media la palabra depresión. Tengo un lugar de honor reservado en mi corazón para el cine de Woody Allen. Y tengo en común con él un póster de Scarlett Johansson pegado en la pared del sótano de mi deseo. Bajo ese póster, sí, hay escrito uno de los gags memorables de ese escritor y personaje: «Sabía que no debía enrollarme contigo porque acabarías destrozándome. Mi psicoanalista me lo advirtió, pero estabas tan buena que cambié de psicoanalista».

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