LITURGIA DOMINICAL
Don y tarea del amor
En su primera encíclica Deus caritas est, es decir, Dios es amor, Benedicto XVI ha decidido subrayar lo fundamental. Como buen teólogo, nos ha hablado de Dios, que es el centro y la raíz de toda teología. Y como pastor, ha querido poner ante los ojos de los católicos y de toda la humanidad el don y la tarea del amor que es fuente y meta de toda humanización. Pocas palabras tan repetidas como ésta del amor. Y poco conceptos tan mal entendido como éste. El amor se trivializa, se convierte en espectáculo y en negocio, en sentimiento incontrolable que va y que viene como el viento. Otras veces el amor no es más que un chantaje. Las personas lo exigen de los demás, creen merecerlo como un pago por sus muchos y abundantes servicios. Se olvida que el amor es fuerte como la muerte, pero frágil y vulnerable como la vida misma. A mor y sacrificios El evangelio de hoy es uno de esos puntos culminantes de todo el mensaje evangélico. Precisamente por recoger las tres enseñanzas bíblicas más importantes sobre el amor. (Mc 12, 28b-34). - Recogiendo las palabras del Deuteronomio, Jesús afirma que el mandamiento más importante es amar al Dios único. Pero añade inmediatamente que el segundo mandamiento, ya recogido en el libro del Levítico es «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». - El primer mandamiento refleja la especificidad de la fe de Israel. Al Dios único se debe un amor único y total. El segundo mandamiento recoge una intuición universal contenida en la «regla de oro». El otro merece un respeto igual al que reivindica para sí toda persona. - El escriba que ha formulado la pregunta sobre el mandamiento más importante está de acuerdo con Jesús, pero añade una precisión habitual en los antiguos profetas: El amor al prójimo vale más que todos los sacrificios que se ofrecían en el templo de Jerusalén. El breve diálogo de Jesús con el escriba revela nuestra propia inquietud. Necesitamos unificar nuestra existencia para no dispersarnos. Pero revela también la hondura del mensaje del Maestro. No ama a Dios quien no ama al hombre. Y no puede amar al hombre quien ignora el amor de Dios. Una verdad que salva El diálogo con el escriba, termina con unas palabras estupendas que le dirige Jesús: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Siempre merece la pena recordar este reconocimiento del Maestro. ¿ No estar lejos del Reino de Dios es la aspiración antigua del verdadero israelita. Poder reconocer a Dios como Rey - como el único Rey justo- era la fuente de la libertad siempre soñada. ¿ No estar lejos del Reino de Dios es el deseo de los cristianos que aceptan el Señorío de Dios. Saben bien que servirle a Él es reinar. Y que su Reino es la patria de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia, del amor y de la paz. ¿ No estar lejos del Reino de Dios puede ser la meta de las búsquedas de todos los hombres y mujeres, aun no creyentes. La aceptación del Absoluto como Rey ayuda a relativizar las exigencias de todos los tiranos que cada día tratan de imponernos su reinado. - Señor Jesús, gracias por recordarnos que no podemos separar el amor de Dios del amor a los demás. Que tu ejemplo nos ayude a vivir esa verdad que unifica nuestra existencia y la salva para siempre. Amén.