Diario de León
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CARLOS G. REIGOSA
León

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EL PRESIDENTE iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha descubierto que el punto débil de la Administración Bush está en la variable opinión pública estadounidense. Por ello no sólo no se ha plegado a la amenaza de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, sino que ha desvelado con claridad su convicción de que «al final, el ganador será quien se mantenga más firme». ¿Y quién se va a mantener más firme, los ayatolás totalitarios de Irán o unos gobernantes estadounidenses desconcertados y empantanados en el desastre de Irak? Ahmadineyad aprovecha el tiempo para avanzar en su programa de enriquecimiento de uranio, y ya no se discute si puede disponer de centrifugadoras sino cuántas se le podrían admitir sin que entrase en la fase de hacerse con armas nucleares. Irán no se detiene entre otras cosas porque lo que tiene enfrente es un Bush debilitado, un Consejo de Seguridad renuente (con Rusia y China frenando en la práctica toda condena) y una Unión Europea tan dividida e ineficaz como siempre. ¿Por qué iba a frenar sus programas atómicos la antigua Persia, deseosa de consolidar y acreditar su liderazgo en Oriente Medio? Para colmo, todo parece indicar que la reformulación americana de la ocupación de Irak pasará -y así lo acepta ya el entorno de Bush.- por un entendimiento con Siria y muy probablemente también con Irán. ¡Tan distintas son ahora las cosas de cómo las soñaron los visionarios neoconservadores que predicaron toda clase de belicismos irrenunciables para lograr un nuevo orden mundial! Pero Irán deberá ir con cuidado. Por una parte, Israel permanece atento y dispuesto a bombardear los reactores persas antes de que el peligro sea irreversible. Por otra parte, tampoco los demócratas de EE.UU. quieren un Irán con armamento nuclear (y en este punto la debilidad de Bush es solo relativa). En cuanto a Europa, las diferencias seguirán mientras sea posible, pero el horizonte no permite más de tres años de desavenencias, que es el tiempo que Irán necesita para armarse. Antes de este plazo, la UE deberá pronunciarse. Y esto lo saben los ayatolás. Por eso avanzan sin decir cuál es su objetivo. Aún no saben hasta dónde podrán llegar. Pero sus intenciones están claras.

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