Diario de León

La Santa Sede confirma que un sarcófago es «sin ninguna duda» el de san Pablo, pero prefiere no abrirlo

Publicado por
Íñigo Domínguez - roma
León

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El Vaticano quiso zanjar ayer con un pronunciamiento oficial una disquisición de siglos y confirmó que un sarcófago hallado en el subsuelo de la basílica de San Pablo Extramuros de Roma es «sin ninguna duda» el de San Pablo. Siguiendo la tradición de 20 siglos, que sitúa en este lugar la tumba del apóstol, y la inscripción del mismo altar que dice, de forma incompleta, «Paulo apostolo mart», unas excavaciones comenzadas en 2002 sacaron a la luz, justo debajo, un sepulcro de mármol. Aunque ya fue localizado en 2003, a él se ha llegado ahora, entre mayo y septiembre. Pero pese a la convicción y solemnidad histórica que quiso transmitir Andrea Lanza di Montezemolo, arcipreste de la basílica, algunas dudas hay. Por ejemplo y para empezar, otra cosa es que dentro estén realmente los restos de San Pablo. El sarcófago, que será visible para el público en su emplazamiento original cuando terminen las obras de reestructuración del templo, mide dos metros y medio de largo y 1,25 de ancho. Tiene un agujero de unos diez centímetros en la lápida, tapado con un poco de argamasa. Servía para que los fieles pudieran introducir telas que, una vez en contacto con los restos del santo, adquirían a su vez valor de reliquia. Pero de momento, por si acaso, el Vaticano no lo abre, no sea que no haya nada en el interior o, lo que es peor, quién sabe qué cosa, dado el alto nivel de estafa ósea que se ha dado históricamente en el florido mercado de reliquias. Los rayos X no han servido de nada, por el espesor del sarcófago, y la Santa Sede no descarta abrirlo en el futuro, pero eso depende de la autorización del Papa. El propio arqueólogo que ha dirigido los trabajos, Giorgio Filippi, reconoció que el margen de ambigüedad es notable: «El sepulcro tenía la función de servir a la veneración del mártir y podría contener las cosas más extrañas, también podría ser un cenotafio, erigido en su nombre, y que asumía el mismo valor de la tumba».

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