El virus del ébola y la presión por la caza harán desaparecer a los gorilas del Congo
La niebla se cierne de nuevo sobre el castigado mundo de los gorilas ¿Se extinguen los primates?
En los últimos cinco años se ha reducido la población de los gorilas de llanura en un 25 por ciento
La población de los gorilas de llanura que viven en África, concretamente en la República del Congo, está en peligro de extinción. El virus del ébola está causando estragos en la especie y en apenas cinco años ha muerto el 25% de la población. Así se afirma en un estudio publicado en la revista Science , realizado por un equipo internacional de científicos, liderado por Magdalena Bermejo y José Rodríguez, de la Facultad de Biología Animal de la Universidad de Barcelona, en el que también han participado la Universidad de Uppsala (Suecia) y el Instituto Max Planck (Alemania). La investigación, realizada en el santuario de Lossi, en la frontera de Congo con Gabón, se inició en 1995 como un proyecto de desarrollo del ecoturismo como alternativa a la caza comercial de gorilas, y en ella se afirma también que el ébola se transmite entre miembros de la misma familia (circunstancia que hasta ahora se desconocía), lo que amplía la mortalidad de la población, por lo que si no se toman medidas de protección, la incidencia de la enfermedad y la presión de la caza comercial podría provocar que la especie desaparezca en cinco años. Virus letal Según los responsables del estudio, en el año 2002 se produjo un brote de ébola (variedad del Zaire), que acabó con la vida de 220 de los 238 gorilas de la reserva. El virus afectó, en principio, a la población de una de las riberas del río Ambambara, pero en el año 2003 se produjo un rebrote en la otra orilla acabando con la vida de 91 de los 95 ejemplares que vivían en esa zona. Durante la investigación, los científicos analizaron un área de unos 5.000 kilómetros cuadrados y, según indicaron, en los últimos cinco años han muerto al menos 5.500 gorilas. La cifra es optimista ya que en la parte estudiada sólo había la mitad de los 4 gorilas por kilómetro cuadrado que se calcula hay en la zona. Aún así, se trata de una mortalidad muy elevada porque esta especie alcanza muy tarde la madurez sexual y tiene sólo una cría por parto. Aunque el virus fue descubierto en 1976, no fue hasta el año 2003 cuando se supo que los seres humanos enferman por la manipulación o la ingesta de animales muertos en la selva, y hasta el año pasado que el responsable de su transmisión (lo que en términos científicos se conoce como reservorio), es un murciélago frugívoro que mordisquea la fruta que más tarde es comida por los gorilas contagiándose a través de los restos de saliva. Según la investigación, los miembros de una familia de gorilas tardan unos 12 días en contagiarse de la enfermedad. La distribución de los ejemplares muertos hizo pensar a los investigadores que un río que cruza el Congo de sur a norte podía ser una barrera natural para la expansión del virus, pudiendo comprobar que la población era mucho menor al oeste del río debido a la acción del ébola. Esto les ha llevado a afirmar que mientras exista este tipo de barrera habrá esperanza de futuro. Aunque hasta el momento no existe cura ni vacuna, parece ser que cinco posibles vacunas para humanos protegen a los simios de la infección, lo que las convertiría en un método para evitar el contagio. Los autores coinciden en que aunque sería imposible vacunar a todos los gorilas, podría inmunizarse a los que viven en la frontera entre las zonas infectadas y las vírgenes, convirtiéndoles así en una barrera natural contra la expansión del virus por la selva tropical africana. El ébola zaire es la variante más contagiosa y letal del virus, tiene un periodo de incubación de entre una y dos semanas y, tras los primeros síntomas (malestar general, dolores musculares y de cabeza, náuseas, vómitos y fiebre), aparecen diarreas, trastornos mentales y hemorragias cutáneas, gastrointestinales y renales. El gorila de llanura no es el único en peligro. El año pasado, el programa de medio ambiente de la ONU publicó el primer «Atlas de los grandes simios y su conservación» en el que se indica la distribución de las especies y alerta sobre las grandes amenazas que ponen en peligro su supervivencia. Según sus autores, si la deforestación, la caza ilegal, la construcción de infraestructuras, las guerras, la minería, el comercio de animales vivos y muertos y el ébola, continúan al ritmo actual, en menos de tres décadas se habrá destruido más del 90% de sus hábitats, lo que conduciría a la extinción de algunas especies. De esta forma, para el año 2030 los gorilas sólo podrán vivir libremente en el 10% de su territorio actual, los chimpancés en el 8%, los bonobos en el 4% y los orangutanes en el 1%. El orangután de Sumatra es el que está en mayor peligro de extinción, con poco más de 7.000 ejemplares en libertad, calculándose que a mediados de siglo la población se reduzca a unos 250, cifra inviable para asegurar su supervivencia. También están en grave peligro el gorila de montaña de la República del Congo, estimándose que existen unos 700 individuos, y los gorilas de río (frontera entre Camerún y Nigeria), de los que apenas sobreviven unos 250. Además de las enfermedades, los grandes monos se enfrentan a la caza ilegal. Los expertos calculan que el comercio de su carne aporta unos 800 millones de euros al año y que en algunos restaurantes de lujo europeos todavía se sirve carne de chimpancé, serpiente, jirafa o de aves en peligro de extinción.