| Análisis | Investigación en León |
100.000 españoles sufren al año lesiones cerebrales traumáticas
En la Universidad de León se han investigado las consecuencias psicológicas y neuropsicológicas de las lesiones de cabeza por tumores, traumatismos e ictus cerebral
Uno de los retos que tiene la sociedad es la atención a las personas afectadas por daño cerebral sobrevenido, que constituye un problema de salud prevalente. El conocimiento de las consecuencias neuropsicológicas, cognitivas y de personalidad de las lesiones cerradas de la cabeza exige una exploración cuidadosa y especializada, para lo cual, es necesaria como medida fundamental una batería neuropsicológica amplia. Año tras año, los afectados con daño cerebral aumentan y, sólo en España, unas 100.000 personas sufren cada año lesiones cerebrales de carácter traumático. En una investigación realizada en nuestra Universidad se ha estudiado una población de traumatismos craneoencefálicos en la que el 80% de los casos presentaban secuelas moderadas o leves, mientras que el 20% restante son diagnosticados como graves. De estos últimos, de 2.000 a 4.000 casos por año tienen necesidad de asistencia intensiva debido a la pérdida de independencia funcional por sus graves limitaciones motóricas y cognitivas principalmente. Otra población estudiada fue la de aquellos afectados por ictus cerebral (motivo más frecuente de discapacidad de origen neurológico), que constituye la tercera causa de muerte en nuestro país, después de las enfermedades cardiacas y el cáncer. No se debe olvidar que cada 14 minutos un español sufre un ictus o infarto cerebral. Un tercer y último grupo estudiado fueron los afectados por tumor cerebral. Rehabilitar al enfermo El resultado de esta investigación, realizada por María Teresa Gutiérrez, bajo la dirección de Dionisio Manga, profesor del Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de León, Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, se ha visto plasmado en la tesis doctoral «Evaluación del deterioro cognitivo y neuropsicológico de pacientes adultos con daño cerebral en los lóbulos frontales». En ella se determina el conocimiento de las consecuencias psicológicas y neuropsicológicas de las lesiones cerradas de la cabeza en 220 casos de pacientes con tumores cerebrales, traumatismos cráneo-encefálicos y accidentes cerebro-vasculares (ictus cerebral). Gracias a la colaboración de Pedro J. García Cosamalón, jefe de servicio de Neurocirugía del Hospital General de León, y de todo el equipo médico de enfermería y sanitario de la planta, se pudo realizar la exploración a los pacientes ingresados. Inicialmente se realizó una valoración para determinar las consecuencias del daño y conocer su estado general por medio de una entrevista personal y de tests psicológicos: Test de Inteligencia, Cuestionario de Salud General, Test de Vocabulario en Imágenes y Denominación (inspirado en el Test de Boston), y la batería neuropsicológica Luria-DNA, donde se obtiene un perfil de las capacidades neuropsicológicas y cognitivas que tiene el paciente en ese momento. Con esta valoración se obtuvo un diagnóstico de cada uno de los pacientes, y con todos en su conjunto, unos datos altamente significativos para poblaciones poco estudiadas desde el campo de la neuropsicología (en cuanto a volumen de población, puesto que es la investigación española en que más casos clínicos han sido estudiados). La exploración de este tipo de pacientes exige un cuidado extremo y una especialización estricta, por lo que resulta insuficiente la mera aplicación de los tests al uso. El fin último ha sido realizar una rehabilitación cognitiva y neuropsicológica que ayude a incorporar de nuevo a la sociedad al afectado por daño cerebral. Lo llamativo es que la Sanidad Pública no contempla este tipo de rehabilitación, que consiste en un conjunto de técnicas y tecnologías que persigue que los déficits provocados en una persona por daño cerebral tengan la menor influencia negativa en la vida del individuo. De esta forma se consigue que las zonas del cerebro que no están dañadas colaboren en la recuperación funcional del paciente. Es decir, zonas cerebrales intactas son adiestradas mediante la rehabilitación para que compensen, suplan o asuman funciones que correspondería realizar a las zonas dañadas. Un paciente con trastornos de conducta derivados de un daño cerebral no tiene el mismo tipo de rehabilitación que un paciente con trastornos de conducta por otras causas. De esta forma se puede afirmar que el tratamiento, el seguimiento y los resultados que se obtienen son diferentes. Política preventiva Hay numerosas investigaciones que afirman con rotundidad la necesidad de rehabilitación integral (incluyendo en ella la neuropsicológica), de los pacientes con daño cerebral sobrevenido, con la que se consigue en muchos casos un reestablecimiento de funciones cognitivas superiores necesarias para una vida autónoma y, en los casos más leves, volver a integrarse a la vida laboral. En muchos países europeos y en EEUU es habitual que los neuropsicólogos formen parte de las plantillas de neurología y neurocirugía; con equipos interdisciplinares pueden abarcar de una forma global la patología ofreciendo una recuperación integral del paciente y un apoyo a los familiares al cargo. Se podría decir que la mayor parte de las familias que tienen a un familiar con daño cerebral adquirido están sometidas a una gran sobrecarga (abandonan todas sus rutinas anteriores y se dedican al cuidado y atención de su familiar). Esta situación que a la larga repercute en su estado anímico así como en su capacidad de cuidado y calidad de vida tampoco es contemplada por nuestra sanidad. Como la evolución de estos pacientes es lenta (hablamos de años), en muchos casos los cuidadores necesitan atención psiquiátrica. Por eso, es recomendable establecer la conveniencia de una política preventiva, puesto que sería más beneficioso tratar tanto a los propios pacientes como a sus familiares, que esperar a que las patologías se cronifiquen y que el/los cuidadores deriven en patologías psiquiátricas.