CORNADA DE LOBO
Nuestro Vick
ABRE los ojos como un crío estrenando descubrimientos cuando debería velarlos una catarata de paisajes rotos o manidos, encara los días como un averiguador alumno que empieza el primer curso hacia la luz y no con el hastío de quien repite asignatura ya cien veces aprobada, dispara el verbo con mostacilla y diabólica precisión al ojo de los cíclopes majaderos en la ínsula de los privilegios, nada de lo que ocurre -y es siempre lo mismo- le es ajeno y de ello da fe adobada en opinión cabal que es bastón prestado al peatón para que escarbe y busque lo que oculta la hojarasca del otoño perpetuo de provincias, amanece cada día para borrar lo blanco de un folio y desenterrarle, para que suenen, las palabras que esconde a los cegatos y a los sordos, los versos le aman, a la sangre sublevada le pone rimas y es sangre de la de donar, a la furia de los despechos le abrocha una coña victoriana para que no crezcan los rencores si no es con risas que los disuelvan o los desprecien... no espera más de lo que es, pero es muchísimo más de lo que esperamos, creemos y no amamos... y es escuela, banco corrido de oyentes el nuestro y tarima de maestro la que le aúpa... Victoriano cumple hoy cien años y nos entrega un siglo primorosamente bordado, trabajadamente esforzado y recamado de espejos y retratos para que el día de la sinceridad podamos reconocernos entre la niebla del tiempo y del olvido. ¿Qué no hubo de hacer Crémer para resistir y resucitar cada día en esta galera provinciana donde es mejor tener el remo en la mano para que no te partan la crisma con él...? De todo: revistas, boletines, pliegos de sonoridad, libros, artículos y artículos, poemarios, gerencias culturales, apostolado literario, juramentos de certamen, tutelaje de aprendices, ensayos, prólogos de asalto, chuleos de toquisque, glosas, madrigales al amor y a la belleza o epigramas al picudo de mollera, pregonadas, locuciones y radiofonías que raspaban al tío Lija o encendían la ironía en el ciudadano desarmado, cartulajes ingeniosos a su tía Federica, críticas de cine y de arte, munición de tertulias... Y aquí sigue como el Vick de una de sus rúbricas, como crío sonriendo a los hombres que le habitan... y a quien honran las presencias... y las ausencias. Felicidad, Victoriano, felicidades.