Los científicos quieren que el 1% de los juegos de azar se destine a investigación
Es inevitable. Cualquier persona acabará padeciendo en algún momento de su vida algún trastorno relacionado con el sistema nervioso. Seis millones de españoles ya lo sufren actualmente, bien en sus formas más dramáticas (alzhéimer, párkinson, depresión, esquizofrenia...) bien en otras menos graves pero igual de molestas, como las enfermedades del sueño, ocasionados por un fallo en el sistema nervioso. Y la cuenta sigue, porque no sólo los pacientes padecen las consecuencias de estos males, sino también, y de forma muy especial, sus familiares. En total, afectan de forma directa o indirecta a entre 15 y 18 millones de personas, lo que supone un gasto de cientos millones de euros para el sistema sanitario, el social y para las propias familias. Aval científico ¿Existe alguna medida para paliar esta sangría social y económica? No del todo, pero los científicos, y los neurobiólogos en particular, ya han formulado su propuesta: la creación de un fondo nacional de investigación destinado a la prevención, búsqueda de nuevos tratamientos y mejora de estrategias para cuidar a los pacientes que se financiaría con el 1% de las actividades lúdicas, especialmente las deportivas, además de los juegos de azar, desde las entradas a los espectáculos hasta las quinielas o la lotería La petición, avalada por sociedades científicas y diversos investigadores, ya ha sido presentada a la mesa del Congreso-Senado, a los partidos políticos para que la incluyan en su programa electoral e incluso a presidentes de clubes de fútbol, entre otros, a título privado. «Las enfermedades que afectan al sistema nervioso constituyen hoy en día y sin ningún lugar a dudas la carga más importante que tiene la sociedad desde el punto de vista sanitario, por lo que los neurocientíficos ya hemos hecho una propuesta formal para la creación de un fondo nacional de investigación detrayendo un 1% de las actividades de diversión en general. Hasta ahora no ha habido una respuesta concreta, pero continuaremos con este movimiento hasta las últimas consecuencias», explica Alberto Ferrús, codirector del Instituto Ramón y Cajal del CSIC.