Los desastres naturales causaron en el 2006 pérdidas por 160.000 millones

Cada vez que se produce un desastre ecológico (inundaciones, incendios forestales, vertidos a las aguas o a la atmósfera), ecologistas y economistas tratan de ponerle precio con el fin de concienciar a las autoridades y a los ciudadanos de la necesidad de conservar el medio ambiente porque, del mantenimiento de la biodiversidad y de los ecosistemas, dependemos los seres humanos. He aquí varios ejemplos. Los efectos destructivos del huracán Katrina se vieron incrementados, entre otras causas, por la desaparición de los humedales de Luisiana cuya conservación habría evitado la inversión de muchos de los miles de millones de euros que se destinan a construir Nueva Orleáns. Hace unas semanas, un informe presentado en el Reino Unido concluía que si no se ponía freno a las emisiones de dióxido de carbono el PIB mundial podría reducirse en un 20%. Por su parte, la Organización Mundial de Meteorología ha pedido a los países que refuercen los programas de detección y alerta temprana de los desastres naturales para reducir tanto las pérdidas de vidas humanas como los efectos catastróficos que tienen sobre los países afectados, especialmente los que están en vías de desarrollo, dificultando su desarrollo social y económico. Sólo el año pasado, las repercusiones económicas superaron los 160.000 millones de euros. El intento más conocido de valor económico a los servicios que presta la naturaleza (fecundación de árboles y plantas, madera de bosques, caza, pesca, servicios de ecoturismo) fue realizado en 1997 por el equipo de científicos estadounidenses dirigido por Robert Costanza, y publicado en la revista Nature, en el que se calculaba que ascendían al año a unos 25 billones de euros. El valor de un bosque, además de la madera y los aprovechamientos, es también el oxígeno que produce o el CO 2 que almacena. Pero no es fácil valorar la naturaleza porque, por ejemplo, la reducción de ejemplares o la pérdida de una especie pueden afectar al resto del ecosistema. Es el caso de los tiburones cuya merma poblacional afecta a los arrecifes, ya que al carecer de depredadores, los peces aumentan de número y ejercen más presión sobre las especies más pequeñas que se alimentan de algas las cuales se expanden e invaden el arrecife en el que crían muchas especies. Sin los arrecifes se reducen los recursos pesqueros y acaban perjudicando a las poblaciones humanas. Además, hay aspectos que no se pueden valorar actualmente pero, si como se prevé, en los próximos decenios se producen cambios en el clima, en el futuro pueden adquirir importancia. Incendios forestales Desde que en 1961 se inició en España la recopilación de datos sobre incendios forestales, han ardido más de 6 millones de hectáreas (4,2 millones arboladas), lo que significa que la pérdida anual del 1% de las masas forestales, es decir, que arden casi cien millones de árboles. Estos siniestros suponen importantes pérdidas económicas que, aunque suelen referirse en la mayor parte de las veces a las medidas preventivas de extinción y a la recuperación de los terrenos quemados, no se deben olvidar las derivadas de los beneficios ambientales y los aprovechamientos forestales que han dejado de obtenerse. Según las estadísticas, en el periodo 1961-2003 el fuego supuso en España unos costes cercanos a 7.900 millones de euros, de los que más de 5.000 corresponden a beneficios ambientales y, el resto, a los recursos naturales no logrados (leña, resinas, frutos, caza, pesca y pastos); sin olvidar el coste de los medios contra incendios desplazados. Así, una hora de avión anfibio supera los 2.300 euros, un helicóptero con cuadrilla los 1.200, y un equipo de intervención rápida, más de 1.100 euros.