CRÉMER CONTRA CRÉMER
Estamos ya de elecciones
POR SI ALGUNO de los aplicados lectores que me honran con su devoción no se ha dado cuenta del tiempo en el cual estamos, diré que nos encontramos en la plenitud del pórtico electoral más importante que vieron los siglos. Antes de que se pasen los años, los meses, las semanas y los días que nos separan de la fecha oficial para que el ceremonial de las elecciones comience a funcionar, repito que nos encontramos en el momento más solemne de las elecciones, entre los unos y los otros y entre los otros y los unos. Ya cumplimos los plazos que la ley establece, cada mochuelo se dirigirá a su olivo y cada perro a sus pulgas. Y los candidatos, mientras suceden todos estos actos de mención obligada, dedican su tiempo, su ingenio y hasta su talento, si lo hubiere, a preparar frases definitivas, de esas que sirven o debieran servir para matar al caballo de Atila, el que no dejaban crecer la hierba a su paso. Y dice uno de los principales adalides de la gran contienda: «Al final alguno verá como se pincha el globo de la euforia socialista». Y punto, no cabe previsión más dinamitadora. Pero no habían transcurrido los minutos que el reglamento establece, cuando el contrario, el rival, el aspirante a la mano de la doña Eleonor de Guzmán Municipal, se acerca al micro y declara: «A Amilivia le gustaría perder con Rodríguez Zapatero, pero va a perder conmigo». Y don Francisco Fernández sonríe burlonamente, como si tuviera contacto con los dioses del Olimpo y estos le hubieran descubierto ya el final de la refriega. Dice o parece decir Amilivia: «Trabajamos para hacer León» y le replica don Paco Fernández: «Trabajamos para León». Y a nosotros, que no estamos al loro, dados nuestros consabidos descuidos, nos parece que tanto el uno como el dos se están pasando, o no han llegado todavía. Porque ninguno de los dos principales candidatos cae en la cuenta de que la frase más adecuada es la de que ambos a dos están dispuestos a ocupar el puesto de mando de la nave municipal. Primero, para mandar hacer lo que lo leoneses quieren y esperan. No León, que es una mera referencia histórica, sino los leoneses, los hombres y las mujeres que andan por la calle sin conseguir sus necesidades al final del ejercicio. Pues quería decir que ambos a dos o a tres o a cuatro, les debiera importar más el hombre, el ciudadano, la persona, el elector que la plaza pública, que la Catedral, que los museos y la vivienda, pies que para lo que nosotros, los útiles y necesarios electores les elegimos no es para que levanten viviendas de ladrillo-visto, con alturas de mareo, sino que presten más atención a los servicios, a los precios, a la seguridad ciudadana y a los rumanos procedentes, naturalmente de su país, Rumanía. Déjense ustedes, señores en liza, de frases más o menos hechas y dediquen sus vocaciones y sus dispositivos al bien común de todos los que desde barreras tenemos que asistir a la corrida poniendo cara de militante, de adherido de aficionados, cuando a lo que estamos preparados es a que se nos haga la vida posible. ¿Ustedes me entienden? Pues eso, y ustedes perdonen si les he faltado en algo.