Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

¡Dejad que los niños...!

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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Y ES QUE la verdad sea dicha, sin ánimo de ofender a las madrecitas las pobres, que harto tienen para ellas con sus hijos y con los demás hijos, pero a mí, lo del Papá Noel, lo de los Reyes Magos, lo de Santa Claus y demás familia, me parece un montaje con muy escaso fondo didáctico. Es más, estoy en situación de poder afirmar que generalmente las madres que al llegar estas fechas de la Navidad, de los Reyes, de San Silvestre y de las rebajas de enero, me parecen, con muchísimo respeto, una gaita gallega que no es fácil soportar. Porque ¿a qué conducen estas efemérides, sino es al entontecimiento de aquellos niños que iban para secretarios del juzgado y se quedaron en chamarileros de juguetes de trapo? ¿Qué calidad de enseñanzas se desprenden de la leyenda de los Reyes de Oriente que todos sabemos que no llegan a estas costas cargados de juguetería, de dulcedumbres y de mecanismos científicos o con trenes eléctricos? Ninguna, salvo que los tales y cuales infantes se convierten en unos perversos capaces de destripar a sus muñecos de trapo y en convertir en exigencias todos los caprichos como sus madrecitas patrocinan. Felices tiempos aquéllos de los apóstoles, cuando a los niños no les regalaban sus madres otra cosa que carpetas, cuadernos, lapiceros y libros. ¡Libros! Recorremos los establecimientos dedicados a exponer para su venta los objetos que habrán de constituir el motivo de expresión de ternura de los padres, de los esposos y de las madres liberadas, y en vano intentamos encontrar en ellos alguno de los libros, libros, libros, que pueden hacer la vida más real y agradable que los cuentos de la buena pipa y de los corderitos luceros que balan en el Portal de Belén para dormir al niño Dios. No se ve un libro de los de verdad ni de milagro. Y hasta las tiendas dedicadas tradicionalmente a Librería y objetos para el estudio y la elevación del espíritu infantil, preparándose para el día de mañana, se cubren de florecillas, de cuadernos con dibujos y los más cultos, aceptan la versión del Quijote pasada por la censura eclesiástica con dibujitos graciosos en los cuales el Hidalgo manchego aparece volteado por los molinos de viento. La falsedad de las cosas y de las intenciones son tales que las leyendas se convierten en historias verdaderas y el niño, hasta que se le van con los años, cree a pie juntillas que efectivamente los Reyes Magos, vinieron en cayucos lujosos de Egipto y que los trenes corren por la ancha vía, cuando los seres humanos dejan de ser tontos y se convierten en personas razonables y verdaderamente comprometidas con la formación cultural de sus hijos. Bien están, si es que están bien, los cuentos de Calleja a condición de saber que no son más que cuentos y que nadie, ni su madrecita intentará forzar voluntades cuando de mayores continúen intentando imponerles a los niños y a los hombres y mujeres historietas tan degradantes de su condición de seres conscientes y responsables como la identidad de algunos políticos, traduciendo su condición real de fantoches pedantes y pintorescos en juguetes del viento. Hacer niños y hombres de verdad no es cosa de Santa Claus, ni del Papá Noel, ni de los Reyes Magos. ¿Usted me entiende?

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