Diario de León

Creado:

Actualizado:

ANDAN los guajes ahítos de juguetería y aburridos de jugar, pero narcotizados por nuevos juegos y sensaciones de doble dosis. Se exige más impacto. La vida es un juego. La vida crea adicción. ¡Más juguetes!, es la guerra de la vida virtual puesta en un tablero de damas (ya nadie regala un ajedrez, una armónica) o en una pantalla de pleisteision, kyrie pleisteision, kyrie... Son ahora los jueguetes algo efímero que duran lo mismo que las emociones compradas: o se hacen ciñascos porque eran baratura o se pasan de moda y se van a la cuneta de lo desechable, esa que está enfrente de la cuneta del despilfarro. Así que me gusta recordar -en llegando estos Reyes con su pasito lentísimo que les hace tardar una eternidad en llegar al portal cruzando un belén que no tiene ni dos cuartas- lo que nos contaba un pequeño gran hombre de estas montañas nuestras en las que el viento y la historia están acostumbrados a dar la vuelta, fondo de saco es su valle lindero de las Asturias (que son varias, como estos leones en jaula riberana, paramera o maragata). Evocábamos con él los trancos navideños de su infancia, las costumbres del lugar, las cosas extraordinarias que sucedían allí en estas fechas. ¿Extraordinario?... Nada. Hasta el día de Navidad se comía lo mismo de todos los días, potaje viudo de chicha, tocinamen al canto. ¿Y turrón?... ¿qué es el turrón?... Entonces, ¿qué comíais de fiesta en estos días?... Lo mismo, la nada con patatas, lentejas con carne (de gusana), un vaso de leche... y para la cama. ¿Y bailes?... ¿con quién, si éramos cuatro y ganas no había muchas?... Nos desesperaba este hombre que no encontraba nada especial hurgando en su memoria y, aun así, no apeaba la sonrisa de la cara, no estaba dolido con su destino. Tuvo, siendo pobre y de familia jornalera, una infancia en la que a donde no llegaba el regalo, afloraba ilusión, ingenio. Pero en Reyes, algo os traerían, alguna chuchería, un juguete de palo... ¿Juguetes en aquel tiempo y con la caja familiar (que era caja de galletas) con sólo calderilla de miserable perrona?... Bueno, algo sí traían, algo muy poco visto en aquellas montañas: castañas. ¡No jodas, Manolín!, eso no es regalo. Pues sí, ¡castañas!... pero una para cada uno de los cinco hermanos, ¡una!... No más. Y nos dolían, porque era un gasto... y hasta La Magdalena bajaba el padre a buscarlas.

tracking