Diario de una aventura Desafío extremo Aconcagua
Al borde de la verticalidad
El aventurero leonés Jesús Calleja se encuentra, junto a su hermano, en el campamento base a la espera de atacar, en sólo unos días, la cima de este gigante de casi 7.000 metros
Ya estamos en el campo base llamado Plaza de Mulas a 4.300 metros de altura con unas condiciones climáticas excelentes. El día 6 de enero desde el campamento de Confluencia, Kike y yo subimos a 4.100 metros para aclimatar, pero sobre todo para disfrutar de las espectaculares vistas de la cara sur del Aconcagua, con una verticalidad que mete miedo, además de ser uno de los pocos itinerarios escalados terriblemente peligrosos por la caída de avalanchas de hielo, nieve y piedras. Rara es la expedición que se adentra en estas extremas rutas que no pierde alguno de sus miembros o, como ocurrió no hace mucho tiempo, que desapareció la expedición completa de brasileños, sin que se hayan encontrado aún los cuerpos. El día 7 madrugamos mucho y, en una larga jornada de 10 horas y de 1.000 metros de desnivel alcanzamos el campo base desde donde os escribo. Llegamos junto a un grupo de españoles que, al igual que a mi hermano y yo, anhelan la cumbre. Es muy interesante ver la evolución de todos nosotros, especialmente con la altitud. Dos de ellos ya han causado baja, e incluso uno ha tenido que ser evacuado en helicóptero con principio de edema pulmonar. Las causas están claras. Es mucho el desnivel, pues no se puede acampar a medio camino y eso obliga a aclimartarse a este desmesurado desnivel en sólo dos días, resintiéndose los organismos de manera especial. Este será el mayor de los problemas a los que nos tenemos que enfrentar: grandes desniveles y pocos días para aclimatarse. Serán jornadas muy duras y de dolores de cabeza garantizados. Aquí no hay serpas de altura que te ayuden a portear. Hemos programado intentar la cima en ocho días. Sé que será algo arriesgado, pero el tiempo nos apremia, pues este año tengo una agenda de expediciones muy apretada. El tiempo atmosférico y las fuerzas nos lo dirán. El campo base está repleto de tiendas de todos los colores, parece un pequeño pueblo con tejados y paredes de plástico. La organización de los argentinos es impecable, y está cuidado hasta el último detalle, incluso se recogen y transportan en helicóptero los desechos orgánicos. El servicio de rescate en helicóptero es gratis, y eso que hay al menos tres rescates diarios. Se justifica con creces los 250 euros que hemos pagado por el permiso de ascensión. Os describiré el campamento base: al norte destacan los glaciares de Hocones superior y el pico Cuerno. Desde sus laderas se descuelgan neveros de grandes dimensiones que como denominador común destacan unas formas muy peculiares llamadas «penitentes», que son conjuntos de nieve y hielo de formas extrañas como de monjes que estuvieran rezando de rodillas, de ahí su nombre. Es un fenómeno que produce el viento seco cuando golpea estas laderas o neveros, tallando estas curiosas formaciones. Hacia el oeste también podemos observar un cordón de montañas igualmente peladas de nieve entre 5.000 a 6.000 metros, sobresaliendo de entre ellas el pico Catedral y el cerro Bonete. Este ultimo lo intentaremos escalara mañana para afianzar la aclimatación o mejor dicho forzar esta escasa aclimatación. Todo este conjunto sólo se abre hacia el sur a lo largo del valle de casi 30 Km por el que ascendimos ayer. El cronograma para los siguientes días será: Día 12 porteo al campo II a un lugar llamado campo Cólera a 5.900 m, y descenso directo al campo base, donde descansaremos al menos un día antes de intentar el definitivo ataque a la cima. Como podéis apreciar un programa muy, pero que muy apretado. Espero no equivocarme y regresar al campo base con el rabo entre las piernas por querer ser demasiado ambicioso. Sólo el tiempo lo dirá. Jesús Calleja , desde el otro lado del charco. ESCRIBE: Siga la aventura en: www.jesuscalleja.es