Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

El tremendo invierno

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

SE ANTICIPABA que el invierno que se nos anunciaba iba a ser el más crudo y feroz de cuantos nos es posible recordar. Y los habitantes menos preparados para tales contingencias tienen frío, mucho frío. Y en vano se dirigen al santo de su devoción para que les alivie de tanta crueldad. Los señores santos están demasiado ocupados para prestar atención a tan menguada contingencia. Y los infelices hombrecitos desamparados sufrimos los rigores del invierno como si verdaderamente nosotros, los hombres, las mujeres, los niños y los ancianitos, que ya no están para nada, tuviéramos la culpa de tantísimos quebrantos como sufrimos. La culpa, bien lo sabemos, no es de nadie. Todo está escrito en el libro blanco de la naturaleza y el ser humano está especialmente diseñado para sufrir con paciencia y resignación el frío... Y así como determinadas especies animales encuentran sus mejores defensas precisamente mediante el uso de los atributos que para el caso retiene la naturaleza y se acogen a su derecho de no hacer nada, de invernar, que se dice, al hombre, seguramente por aquel su máximo pecado original, le está vedado el recurso y se ve precisado a procurarse pieles para conservar su calor natural. Pero existen seres humanos, tan desprovistos de medios para la defensa contra el frío, que, ¡ay! se mueren al doblar cualquier esquina o bajo la pecadora luz de la luna, bajo la trampa espantosa de algunos pliegos de papel o de cartones milagrosos. Frente a esta modesta medida de urgencia para no morir bajo la cuchilla de la helada, el hombre perece. Y los supervivientes, pasan sin comprometerse con tan descarado pliego de cargos. Por eso y por lo que conlleva el invierno de León, (apto sin duda para bueyes de carreta y canónigos descuidados), las paternales instancias del señor Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, instando a la grey política, tan bien pagada, tan abrigada y tan caliente, para que desgajen del presupuesto que les afecte alguna misericordia, alguna medida, algún retal presupuestario para amparar a los menos pudientes, por ejemplo a los pensionistas. El señor Rey de España y de Ceuta y Melilla, sugiere a cuantos disponen de poder para ello, que se mejoren las pensiones, pero en línea verdadera, no en la forma de ficción engañosa como se hace en la actualidad, para que, por ejemplo, pueden alcanzar algún día, por este esfuerzo de la caridad bien entendida, y de los auxilios verdaderamente espirituales que deben ser empleados, en lugar de echarlo todo en villancicos y en lucecitas para alumbrar cuevas, borrando el sistema del tanto por ciento, que no hace sino aumentar las diferencias entre los amiseriados y los «peces gordos». El que suscribe no es un monárquico de toda la vida como quien dice, pero el gesto del señor Rey de las Españas le ha conmovido y se permite reclamar del señor Ministro de socorros mutuos, pensiones y cruces laborales que preste atención a las justas demandas del señor Rey don Juan Carlos de Borbón. Es cuanto se me ocurre solicitar en este tiempo de la Pascua de la Natividad del bondadoso corazón de quien corresponda. Amén.

tracking