Las personas obesas y las delgadas poseen una flora intestinal bacteriana diferente
Según se desprende de dos investigaciones realizadas en Estados Unidos, además de estar relacionada con la cantidad de calorías ingeridas, la obesidad también puede tener que ver con las características de la flora intestinal. Si se confirman los estudios preliminares realizados en ratones y seres humanos, de complexión gruesa, estos tienen en comparación con sus congéneres delgados una proporción diferente de dos de los grupos de bacterias encargadas de la digestión y el equilibrio energético. Durante el estudio, los científicos secuenciaron los genes presentes en las comunidades microbianas del intestino en obesos y delgados, y tras observar los efectos resultantes de trasplantar estas comunidades a ratones carentes de gérmenes, concluyen que la flora microbiana obesa tiene una mayor capacidad para cosechar calorías de la dieta. Según han afirmado, estas investigaciones dan a entender que las diferencias microbianas del intestino pueden determinar cuántas calorías se pueden extraer y absorber en la dieta y depositar en las células grasas. Los estudios se centraron en dos grupos de bacterias, bacteroidetes y firmicutes, que representan el 90% del total intestinal, tanto en humanos como en roedores. El primero de los trabajos fue realizado por el equipo de Jeffrey Gordon, de la Universidad Washington quien comprobó, tras analizar durante un año las heces de 12 pacientes obesos sometidos a una dieta de adelgazamiento, que a medida que perdían peso aumentaba la cantidad de bacteroidetes y disminuía la de firmicutes independientemente del régimen alimenticio. Convencido de que los firmicutes tienen más capacidad de capturar energía (calorías) a partir de los mismos alimentos, Gordon trasplantó bacterias obesas a ratones delgados. El resultado fue el esperado y los roedores engordaron. El segundo estudio fue realizado por Peter Turnbaugh, de la misma universidad, quien tras comparar los genes presentes en las comunidades bacterianas del intestino de ratones obesos y delgados comprobó que el genoma de la flora microbiana de los primeros tenía mayor capacidad para digerir polisacáridos. Posteriormente, transfirió la flora bacteriana de ratones delgados y obesos a otros carentes de gérmenes y pudo confirmar que la procedente de obesos favorecía un incremento considerable de grasa en los receptores.