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Clemente y María del Mar escoltan a su padres el día de sus bodas de oro

Publicado por
Lola de León - leon@diariodeleon.com
León

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Pareja de hecho y de derecho El pueblo zamorano de Revellinos de Campos celebró el día de San Antón la representación de una boda entre un vecino del pueblo Isidro Fernández y la burra Matilde, con la que el contrayente pretendía resaltar el amor por los animales y mostrarse a favor de su defensa y protección en el día de su patrón. La ceremonia se celebró después de la tradicional misa de San Antonio, a la que acudieron los vecinos de Revellinos con sus animales de compañía para que fueran bendecidos por el santo. Después de la procesión con San Antonio alrededor de la iglesia, hicieron acto de presencia en la plaza Isidro Fernández, el novio y Matilde, hasta ese momento, su prometida. Él, de riguroso y elegante traje, cubierto con una tradicional capa; ella, con un sencillo y vistoso traje blanco, cómo no, con un llamativo velo y un tocado en la cabeza, digno de las mejores pasarelas y obra de las mujeres integrantes de la Asociación Cultural Las Salinas. No faltó ningún detalle en este acto, curioso y original donde los haya. Ni herradura, que hizo las labores de anillo para la novia, ni las arras, cuyo papel cumplió a la perfección un buen puñado de cebada, bien agradecida por la susodicha Matilde. «Lo de la cebada lo entiende fenomenal; sabía que no me diría que no», explicó el novio. De hecho, la novia no abrió la boca más que para comer ese bien merecido regalo de manos de su ya «esposo». A su alrededor, decenas de curiosos y vecinos, todos ellos invitados a la boda del año en Revellinos, y todos sus animales, vestidos con sus mejores galas, que acudían al casorio de parte de la novia, claro. El arroz y varios puñados de cebada cayeron, al final, sobre los contrayentes como símbolo de prosperidad. Bodas renovadas Se dice pronto: medio siglo de una vida en común. Corría el 16 de enero de 1956 cuando Enrique Sarmiento Blanco y Tarsila Castellanos Fernández, ambos naturales de La Mata del Páramo, y de 76 y 73 años de edad respectivamente, contrajeron matrimonio. Ayer celebraban sus bodas de oro en la iglesia de la localidad, acompañados de familiares y amigos. A la una en punto de la tarde comenzaba el acto religioso. En el ambiente se notaba una emoción especial. Atrás quedan cinco décadas de trabajo en el campo para poder sacar adelante a sus dos hijos, Clemente y María del Mar, que ayer no faltaron a tan especial conmemoración. A la puerta de la iglesia hubo hasta caramelos para todos los presentes. Después, una comida en un restaurante de la zona sirvió de punto y final a la celebración que ensalza el amor.

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