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AL HECHO o dicho disparatado que se sale de lo lógico y lo razonable se le llama aberración, algo así como errar desde el error. Viene a ocurrirle esto al Museo de la Caza de Valdehuesa al que después llamaron «de la fauna salvaje» para que pareciera asunto naturalístico lo que a toda luz es sólo colección de pobres bichos artilleramente abatidos a cartuchazos desde el lujo africano, escopetero e insultante de quien puede despilfarrar una fortuna matando inocentes. El museo anda ahora declinando a la baja las euforias y cánticos que le ensalzaban como la redención turística de la montaña de Boñar (era la imaginación al poder... del cuerno). Aún estrenándose, descienden visitas un treinta por ciento, gran barbaridad, (y no ha sido por falta de propaganda y corifeos), su restaurante ensaya la ruina, su política laboral y contrataciones encienden el farol de las sospechas, su status jurídico no puede ser más delirante (pagado con dinero público, se cede el invento a su enredante y con criterio particular y absoluto se gestiona lo que públicamente debería ser fiscalizado)... y no pasó ni pasa nada. Es de temer que el número de visitantes siga decreciendo; cada año más. No es profetismo rebotado: si se quiere que un leonés o un lugareño no entre en un lugar (o, como mucho, una vez en su vida) sólo hay que poner allí el cartelón de «museo». Han hecho desfilar por Valdehuesa a mucho vistador por decreto, colegiales de excursión pagada, visitas concertadas, invitaciones a troche; es decir, dinero público que paga el invento y, además, el aliento, la circunstancia y, dentro de poco (es de temer), la cataplasma, la pomada o la ruina a la que pueda estar llamada la cosa, sobre todo si se confirman las sospechas de algunos diputados al insunuarse que el titular de la fundación que gestiona este invento pueda desmantelar las piezas más valiosas, desplazarlas, realquilarlas o lo que quiera, pues jamás cedió su propiedad a los leoneses que han pagado ese albergue, su delirio y su ensalzamiento personal...A escurrir pusieron a estas columnas por oponerse desde un principio a este museo hijo del grandonismo típico de nuevo rico que sueña con tener pabellón de caza como los reyes mastuerzos. Pero no quisiera tener razón en mis augurios de aberración si ha de pagarla otra vez un nuevo dinero público.

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