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| Reportaje | El cuidado físico postural |

El método Pilates resulta efectivo contra el dolor de espalda

Este sistema propicia la consolidación de los músculos que estabilizan, mantienen y refuerzan la columna vertebral y se reequilibra el cuerpo corrigiendo malos hábitos

Publicado por
Ana Belén López Natal - león
León

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Uno de los aportes más importantes del Pilates es el reconocimiento de que los músculos se asocian en cadenas funcionales, unidos entre sí por un sistema de fascias y aponeurosis, de manera que no se puede tirar del extremo de un músculo sin alterar el resto de la cadena; por eso, cuando se produce una lesión, ésta queda fijada en forma de acortamiento muscular, y se «diluye» a lo largo de las cadenas musculares que tiene más próximas pudiendo dar síntomas a distancia. Para poder remontarnos a la causa habrá que analizar toda la cadena muscular afectada. Por eso debemos evitar el trabajo analítico o local: hay que trabajar de forma global y simultanea. Ya que no existen dos individuos iguales no encontraremos dos respuestas idénticas ante acciones iguales. En la formación generalizada del entrenamiento se enseña a tratar abdominales, cuadriceps, deltoides, pectorales¿ Pero sin duda, si el objetivo es la personalización del entrenamiento, hay que tratar personas. Así, en Pilates se trabaja para dar flexibilidad, tolerancia natural, y la habilidad de movimiento que sin lugar a dudas se reflejará en la forma de caminar, hacer deporte y trabajar. El cuidado postural Uno de los cambios recientes más importantes de la medicina, es el reconocimiento de la importancia del cuidado físico postural. El uso regular de Pilates se ha encontrado efectivo a la hora de prevenir episodios recurrentes del dolor de espalda. Una investigación reciente del departamento de fisioterapia de la Universidad de Queensland por Richardson y Jull, ha demostrado que aumenta la coordinación y la fuerza en los músculos abdominales profundos, protegiendo y estabilizando la columna vertebral en la zona lumbar. Éstas son las mismas conclusiones a las que Joseph Pilates llegó en los años 20. Los desequilibrios del músculo que generan dolor tienen sus orígenes en una postura deficiente, una salud débil, las condiciones del lugar de trabajo, lesiones y la tensión repetitiva en las vértebras en la zona alta o baja de la espalda. Todas las articulaciones en el cuerpo se deben mantener en su posición natural óptima, en un grado medio, cuando los músculos de estabilización y movilización trabajan juntos. Los músculos de movilización realizan el movimiento y son generalmente músculos largos, que trabajan del 40 al 100% de la contracción voluntaria máxima (MVC). Los músculos cortos, situados en posiciones más profundas, son los encargados de estabilizar el cuerpo y trabajan solamente al 20-30% de su MVC. Cuando una persona se mueve pero con un buen trabajo de los músculos de estabilización, estos tendrán un desgaste mínimo y no sobrecargarán sus articulaciones. Los problemas comienzan cuando un músculo trabaja bajo tensión. El músculo dañado se alarga y debilita; o llega a acortarse y se estrecha. El movimiento se realiza, pero adoptamos otra combinación de músculos para alcanzar el movimiento. Esto es mucho menos eficaz, así desarrollamos un modelo de movimiento defectuoso establecido, por medio de mecanismos «de trampa» donde el cerebro recluta selectivamente músculos «fuertes» sobreutilizados antes que los «débiles». Malos hábitos Y así, con el tiempo, los malos hábitos posturales se convierten en normales, hasta que el dolor aparece en regiones como la lumbar, lesiones del hombro, dolores de cabeza, dolor de cuello, o molestias en la rodilla. Por mucha cantidad de ejercicios que realicemos si están mal dirigidos no funcionarán, puesto que los «mecanismos de trampa» siguen siendo utilizados desarrollando los músculos de movilización y no los músculos que estabilizan. Es un error común de muchos programas de entrenamiento el concentrarse en los músculos de movilización más que en los de estabilización. Los músculos entonces son programados para repetir «los errores de movimiento», conduciendo a los hábitos que refuerzan el dolor. Los músculos se acortan y estrechan debilitándolos, a no ser que emprendamos el reciclaje específico del grupo de músculos más débil. Desafortunadamente la salida de este camino no está practicando un deporte, o en el gimnasio. Muchos deportes realzan activamente los desequilibrios del músculo, sobre todo en deportes asimétricos. Los malos hábitos existentes se repiten simplemente en cada situación, reforzando los patrones culpables del movimiento que tienden a producir el dolor.

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