Diario de León

300.000 cetáceos mueren al año por prácticas pesqueras destructivas

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M. A. Pérez - león
León

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Con el fin de sensibilizar sobre las amenazas que ponen en peligro la supervivencia de los delfines, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) ha declarado este año como el «Año del Delfín». Además de la contaminación del agua, tanto química (vertidos), como acústica (sonares de los barcos), las prácticas pesqueras destructivas, como la de arrastre, son algunas de las causas que inciden sobre este tipo de mamíferos acuáticos. La pérdida y degradación del hábitat, por la construcción de la presa de las Tres Gargantas, ha sido la causa de la reciente extinción del delfín de aleta blanca que habitaba en el río Yangtsé (China) Según los expertos, el «arrastre pelágico», un arte de pesca empleado para la captura de lubina, jurel, caballa, merluza y bonito, amenaza especialmente a los delfines comunes y listados, pero también a otras especies, como delfines mulares y calderones. A nivel global, se calcula que unas 300.000 ballenas, marsopas y delfines mueren cada año por este motivo y que sólo un 23% de las capturas con las redes pelágicas es devuelto sin vida al mar. Sólo en las costas españolas existen 27 especies de cetáceos, más de la mitad amenazadas, especialmente en el Mediterráneo, donde la presión humana, la contaminación y la pesca son mayores. Las redes de deriva (prohibidas desde 1994), de arrastre y de cerco son las más perjudiciales, aunque hay zonas en las que se capturan delfines para consumo humano o para usarlos como cebo. Además, la sobreexplotación pesquera reduce la alimentación de los cetáceos haciéndoles más susceptibles de contraer enfermedades o de recuperarse de ellas. También son culpables de muchos varamientos las embarcaciones de recreo, que se desplazan a las zonas estables donde se refugian para observarlos de cerca provocando alteraciones y hasta agresiones involuntarias con las hélices. O las maniobras navales, porque la contaminación acústica provocada por los sonares afecta a la comunicación de estos mamíferos llegando a dañar sus receptores de sonido, estrés y desequilibrios endocrinos. Además, las aguas del Mediterráneo tienen elevados índices de contaminación provocada por productos organoclorados, metales pesados o hidrocarburos que afectan al sistema inmunitario de los delfines, que al estar situados en lo más alto de la pirámide trófica acumulan las sustancias tóxicas de la cadena alimentaria. Cada año aparecen varados en las costas españolas unos 500 ejemplares de cetáceos, de los que 200 se producen en el litoral gallego y, el resto, en el golfo de Cádiz, el área mediterránea y Canarias.

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