Diario de León

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EN ESTA profesión del airear y del ocultar que es el periodismo, preguntas por qué su patrón es san Francisco de Sales y no te lo sabría decir ni el meapilas oficial. ¿Y quién lo impuso o eligió?... A saber... No hubo jamás un santo periodista (bien difícil será que hoy pueda alumbrarse alguno), así que alguien trajo por los pelos o por los rabos de la mitra a un obispo ginebrino del siglo XVII que se dedicaba a combatir a los calvinistas escribiendo panfletos benditos y diatribas teológicas que después copiaban devotos o becarios para difundirlos como si fuera prensa obrera o clandestina. Escribió también muchas cartas y le definía una bondad cierta y ejemplar que hoy le hubiera inhabilitado para el ejercicio de esta profesión con rejo. A este santo lo llamábamos de guajes San Frasquito de Sales y, por ende, le hacíamos patrono de droguerías y farmacias o, por extensión, de las esmayás o esvanecías , de los tumbaos por el mareo, de los tipos de soplo lánguido y los postrados por el susto, lo que convierte también a san Frasquito en patrón alternativo de unos cuantísimos periodistas que se encuentran hoy en luna boba y fase creciente, pues este oficio del contar y callar, también lo es del comer y tragar, previo desayuno de sapos o tigres. Así que de fiesta estuvo el otro día la peña de la palabra titulada, rutina patronal, lo típico, pero menos, la misa, la cosa, la mesa, la posa, la glosa y la foto publicada presentando armas a la autoridad a quien se acude en rito de ruegos o acatamientos, que no lo sé. Cualquiera se preguntará si es decente e independiente que los periodistas en racimo de gremio o asociación de remo rindan pleitesías al poderoso y al baranda, pero estoy seguro de que algún día irán presentar respetos al pueblo llano, a los vecinos, a la gente anónima y lectora que nos da de comer (de beber nos da el poder). De periodismo del bueno nos habló en Madrid Iñaki Gabilondo al verse doctor honoris causa junto a Luis del Olmo y Mingote: «Manda la cuenta de resultados y el oficio de periodista morirá a manos de este sentido de la realidad. Ética es palabra arrugada y marchita, pero su debilidad es aparente, como la decencia: ella sola, tan frágil, puede expulsar del templo a los ladrones y poner a todos en su sitio, al lector, al oyente, al espectador, al periodista y al empresario». 1396927554

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