Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Con la guardia alta estamos

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VICTORIANO CRÉMER
León

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LA FRASE INICIAL naturalmente no es mía, sino nada menos que del señor Rubalcaba, que es político de ingenio despierto y de malicia escondida. Concretamente el señor ministro, venía a decir que el Gobierno del cual forma parte se encontraba con la guardia alta y que en la misma posición nos encontraremos, sea cual fuere el resultado de ese diálogo de sordos o de tontos relacionado con el terrorismo y sus enjuagues y variaciones. Nunca la política hispánica fue tan confusa, ni jamás alcanzó grados de confusión de tal naturaleza que incluso impide el descubrimiento de verdaderes del barquero, para saber a qué atenernos. Está claro, no obstante, que el juego político va por la senda de la intransigencia. Todos los grupos, sean éstos de la oposición o de la gobernación, están dispuestos a ceder, a entregarse, a encontrar rutas alternativas. Se habla de reuniones en el templo de la confusión, La Moncloa, pero al final de alguno de esos encuentros en los que el más terco espera encontrar la palabra que aclara, que conduce y que anima, pero al final de las conversaciones a niveles múltiples, se descubre que lejos de haber dado con la piedra filosofal nos hemos encontrado en el camino con la torpísima piedra negra de los inconvenientes y de los prejuicios. Y cuando más cerca parecía que nos encontrábamos para dar al fin con la solución, más cerrado se muestra el pleito y más difícil encontrar un gesto, siquiera de conocimiento. No es que no nos entendamos, es que no estamos dispuestos a ceder de nuestros privilegios, de nuestras prerrogativas, de nuestras posibilidades estratégicas y de acuerdo con estas posiciones entendemos y funcionamos. Es decir ni vemos ni entendemos ni funcionamos. Y el problema, que sí que existe, sigue latiendo y el pueblo desconcertado sin saber cual es el camino legal para la andadura política. Y el error, el defecto, la intransigencia, se encastilla hasta chocar con la inmensa piedra de la incomprensión y de la ambición... Estar con la guardia alta, es estar en ninguna parte, porque lo que importa para vencer en la pelea, no es subirse al guindo, a lo más alto, sino al contrario: concederse la licencia de bajar la guardia para convertirla en un estado es expectación, de generosidad y de equidad en el reparto de los poderes. No se puede, señor ministro, estar siempre con la guardia alta, porque será mucho más dolorosa y sensible la posible caída, si ésta se produjera en alguno de los accidentes a los cuales estamos abocados. España necesita claridad, serenidad y conocimiento y no montar guardias con la intención de mantenerlas altas para seguir como estábamos, para que la situación económica para los fieles sea cada vez más dramática. Y ¡ay! Para que la resulte cada vez más alta, más cara y tan alta tan alta tan alta que no la puede dar alcance ni San Juan de la Cruz. Sostenella y no enmendalla no es un programa, es una obsesión. Y en tan amoroso trance y no de esperanzas falto volé tan alto, tan alto que le di a la caza alcance...

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