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Cosas de aquí | Los cuentos del «Melladín de Pedrosa»

Cazurrería montañesa

Las deliciosas «Parábolas» del gran escritor y polemista Antonio de Valbuena conforman el nuevo ejemplar de la Biblioteca Leonesa que el Diario entrega mañana

Publicado por
E. Gancedo - león
León

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Lo que José María de Pereda fue para Santander, lo que Juan Valera supuso para Andalucía, incluso lo que Azorín constituyó para el sentir asturiano, exactamente lo mismo podría valer para Antonio de Valbuena y su tierra leonesa. Inconcebiblemente, este escritor y periodista nacido en Pedrosa del Rey en 1844 (y fallecido en 1929 en este mismo pueblo, hoy desaparecido bajo las aguas del pantano de Riaño), no es todo lo conocido, apreciado, estudiado y divulgado que debería. Mañana, Diario de León entrega una selección de sus mejores relatos o Parábolas en una nueva entrega, la número catorce, de la gran Biblioteca Leonesa de Escritores que todos los sábados y al precio de 1,50 euros ofrece a sus lectores este periódico, el decano de la prensa provincial. Antonio de Valbuena, o el Melladín de Pedrosa , como era conocido en su valle y fuera de él por un corte que lucía en el labio superior, hizo acopio de muchas de las narraciones, leyendas, costumbres o sucedidos que ocurrían verdaderamente o se contaban día tras día y noche tras noche en hilas y filorios, junto al caño o en el prau, en el concejo tras la misa del domingo o en la braña cuidando el ganado. Todo ese material lo convirtió en literatura fresca, atractiva, pegada al terreno, repleta de humor y de sana socarronería montañesa. En Parábolas , como escribe Joaquín Serrano, prologuista de la obra, «se reúnen diecisite relatos con aire simbólico o de parábola: algunos de tema local o que recrean situaciones populares; más profundidad adquieren los que tratan de los abusos de los poderosos; un pucherazo electoral es retratado en toda su crudeza; la pena de muerte, el espíritu de clase, el pacifismo, o el rígido concepto de 'la justicia de Dios' son cuadros certeros sobre la condición humana de la época». Porque nuestro Melladín fue, por lo demás, un extraordinario orador, dotado de una palabra ágil que no concedía cuartel alguno: con sus propios medios consiguió en Madrid que los mapas consignaran como «auténtico Esla» al río que circulaba por su valle, y sus polémicas con la Academia a cuento de la descripción de algunas palabras que aparecían en el diccionario adquirieron proporciones épicas. Antonio de Valbuena pasó gran parte de su vida en la capital de España compaginando el periodismo y la literatura con sus afanes por lograr más infraestructuras para toda la montaña leonesa, cuya cotidianeidad dejó reflejada, junto con la de otras zonas como el alfoz de León, de una manera asombrosamente vívida. Su producción abarca dos libros de poesía, cinco de narrativa, y lo que más fama le dio: la crítica bajo el título común de Ripios y una famosa Fe de erratas del Diccionario de la Academia .

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