La técnica se utilizará de forma rutinaria en un plazo de 3 a 5 años
El procedimiento utilizado por el equipo del Gregorio Marañón no es demasiado complejo. Primero, los cirujanos plásticos extrajeron al paciente la grasa del abdomen mediante una simple liposucción. En total 300 gramos. Luego, una máquina se encarga de separar la grasa de las células mesenquimales que se encuentran en ella, las purifica y las limpia para que puedan ser administradas sin riesgo al corazón del paciente. Paralelamente, los cirujanos introdujeron un catéter en el corazón para determinar el lugar exacto del músculo cardíaco en el que introducir las células. Posteriormente, y a través también de un catéter que llega al corazón a través de la arteria femoral, se inyectaron 28 millones de células procedentes de la grasa. En cinco horas se culminaron todas las fases de la operación y el paciente fue dado de alta a los dos días. La intervención forma parte de un ensayo clínico pionero en el ámbito de la terapia celular aplicada a la cardiología y con el que se pretende demostrar la utilidad y el poder regenerador de las células de la grasa. En el proyecto participa un equipo de investigadores de Houston. «Ahora se trata de saber si la utilización de la grasa, además de segura y factible, es eficaz», explicó el cardiólogo Fernández-Avilés. Habrá que esperar un mínimo de un año para ponerla en práctica a grupos de 500 pacientes y de tres a cinco años para que se convierta en una técnica rutinaria.