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| Análisis | Investigación en León |

Homo economicus y asimetría de género en el ámbito laboral

Esta investigación plantea que establecer y resolver las condiciones de las asimetrías que afectan al trabajo femenino y masculino tiene que basarse en la noción de trabajo vivo

Publicado por
P. R. Ojeda - león
León

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La investigación titulada Análisis epistemológico del homo economicus, con base en un estudio categorial de la asimetría genérica en el trabajo , se ocupa, a partir de un recorte de la realidad histórico-socio-cultural, del sujeto Epistemológico de la Economía, del homo economicus , eje de la racionalidad económica y objeto privilegiado de esta ciencia. Este trabajo, desarrollado por Pioquinto R. Ojeda Monroy bajo la dirección de la catedrática de la Universidad de León María Isabel Lafuente Guantes, parte del hecho de que la realidad histórico-socio-cultural, es una realidad que no sólo tiene múltiples significados, sino que además está en constante movimiento, no es una realidad clara, inequívoca, que podamos pensar que tiene una significación cristalina y que pueda quedar establecida sencillamente construyendo teorías o conceptos; no es así por diversas razones. Estas razones forman parte del debate que hoy en el ámbito académico afectan a las ciencias sociales, y que se resume en cómo entender y atender al desajuste, el desfase, la fractura que existe entre el corpus teórico y la realidad. En el caso que nos ocupa esta fractura se muestra en tanto que teóricamente la Economía considera el homo economicus de una forma abstracta, eliminando todo aspecto cualitativo ligado a condiciones sociales e histórico-culturales, mientras que la realidad económica hoy, sobre todo desde la incorporación masiva de la mujer al trabajo, exige y reclama indiscutiblemente atender a estas cuestiones. Realidad natural Cuando surgen las Ciencias Sociales y en particular la Ciencia Económica, estas toman prestado el modelo de cientificidad y de realidad de las Ciencias Naturales, concibiendo toda la realidad como realidad natural, y como principio de cientificidad la cuantificación, y no como meta, sino como punto de partida. El sujeto económico es concebido de forma inamovible, absoluta, como un sujeto cuya racionalidad consiste en la maximalización de sus acciones. Abrir la Ciencia Económica a las condiciones cualitativas de lo social, supone considerar que lo humano no es una realidad fija y recurrente, sino abierta a lo posible, lo que supone trabajar con conceptos como los de re-significación conceptual, de Hugo Zemelman, sistemismo de Mario Bunge, categoría de Gustavo Bueno, etcétera. La Ciencia Económica, que nace en Inglaterra con Adam Smith y es desarrollada por David Ricardo, elimina el movimiento en su nivel esencial, lo considera sólo como aparente, meramente fenoménico, inesencial. El concepto de homo economicus solidario de esta concepción es un sujeto a-histórico, egoísta e individualista, un átomo social, un lobo o un hongo como señalaba Hobbes. En el pensamiento económico de Carlos Marx, el homo economicus aparece ya como un sujeto social e histórico, encadenado a unas relaciones económicas de las que tiene que valerse para lograr un contexto de igualdad y libertad, que realmente no existe. Sin embargo, aunque en él aparece un recorte histórico-socio-cultural de la realidad, no lo aplica al sujeto-económico, con lo cual nunca se muestra en sus estudios las condiciones de género. El sistemismo de Mario Bunge al entender la Ciencia Económica y el sujeto- económico desde un punto de vista social, exige atender a éste desde las condiciones actuales que permiten esta apertura, estas son: bio-sociales, psico-sociales, de sociología económica, y como plantean Michel Foucault y Jürgen Habermas de localización, de poder y de interés. En este contexto el homo economicus se muestra hoy como un sujeto genérico cuya característica fundamental es la desigualdad (asimetría) frente al trabajo. Asimetrías de género Esta investigación plantea que cualquier forma de establecer, de intentar dar cuenta, o de buscar la razón de las condiciones de las asimetrías que afectan al trabajo femenino y masculino en el campo laboral, así como de buscar resolverlas o paliarlas tiene que basarse necesariamente en la noción de trabajo vivo , concepto expuesto por Marx y que actualmente ha sido retomado por Enrique Dussel. Concebimos el trabajo vivo como carnalidad viviente , como algo temporal, como el esfuerzo del sujeto vivo, lo que permite atender al trabajo en toda su amplitud: como trabajo objetivado , en el mercado, y como trabajo subjetivado , preparatorio al trabajo laboral, que generalmente se desarrolla en el ámbito del hogar (amas de casa, inversiones formativas, etcétera). Por permitir esta consideración amplia del trabajo, este concepto, el de de trabajo vivo, se muestra como el pertinente para reconocer y dar cuenta de las asimetrías entre hombres y mujeres, esto es, entender al homo economicus en su condición genérica debido a que permite analizar el trabajo objetivado a partir de estudios que miden la segregación ocupacional , la discriminación , la distribución y la concentración en el mercado de trabajo . Así mismo, permite desarrollar estudios relativos al trabajo subjetivado, por ejemplo, sobre el trabajo doméstico y los usos del tiempo . Relacionamos esta noción, la de trabajo vivo entendida como fuerza de trabajo , con la noción histórica de connatus (esfuerzo) de Hobbes y Espinosa, que, en cuanto es aplicable al hombre, permite considerar el problema de la igualdad desde su raíz. La noción de esfuerzo, que evidentemente constituye el fundamento del trabajo (como de todo movimiento; la Biblia lo expresa en el dictado: «ganarás el pan con el sudor de tu frente». Génesis, 1, 19), se vincula con la noción actual de capacidad, que en el ámbito socio-histórico-cultural se considera no sólo como una condición biológica innata al sujeto, sino sobre todo como una condición adquirida mediante el esfuerzo, lo que exige saber sobre el modo en que es posible alcanzar condiciones de igualdad. El análisis de las propuestas de John Rawls, de Amartya Sen y Martha Nussbaum muestran la necesidad de entender la justicia como una noción emergente, y el medio que constituye la direccionalidad de la relación: igualdad-libertad. En este sentido nos hallamos más cerca de la propuesta de Martha Nussbaum, pero consideramos que tanto ésta como la de Sen priorizan la distribución, cuando realmente debía priorizarse la atribución, de forma que las políticas de distribución no se lleven a cabo de forma abstracta, sino en función de la ponderación esfuerzo-resultados (característica con la que definimos al homo economicus genérico ), por tanto, favoreciendo la mejor forma de participación de los sujetos en el sentido de permitir su atribución a la sociedad de la forma más satisfactoria posible.

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