Diario de León

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ESTOS carnavales existen sólo porque los señores curas y frailones medievales lo quisieron. Ya existían ancestrales fiestas de invierno similares en toda cultura europea, cuño bruto y latido pagano que no pudo reducir la Iglesia, así que las integraron y reglaron. Si no puedes con el enemigo... Las Fiestas de Locos (y la risa que tanto enfurece al poder porque es subversiva) se hiceron cuerpo ritual en aquellos monasterios donde se elegía al estudiante benjamín o monago, se le ponía una mitra y por tres días sería el obispillo de autoridad suma, procesionándolo por el recinto, esgüevándose de las reglas y acompañándose de ostentosos excesos de ropones, sopones y tablones de cogorza químicamente pura (hasta los judíos ultraortodoxos tienen una fiesta al año en la que los mendas de patilla con tirabuzón pueden y deben emborracharse sin que el torzón delirante escandalice, ni el pedo monumental quebrante precepto). Las arcaicas fiestas invernales tenían dos fines, disfrazar la identidad y pillar tajada extraordinaria en el plato o en el jergón. Para conjurar el invierno se vestían en toda Europa de musgos, zarzas, pellejos o zafarrón, andrajos... antruejo y antroido... danzando y bromeando, picardeando o arrimando el material. Ocultada la identidad bajo un toro simulado, pieles de carnero o caza, el que nunca pillaba cacho podía al fin tocar pelo... de conejo... con ruido, vocerío y alboroto, panderadas, tamborradas y cencerrones a la cintura. Después estaba lo de exagerar aquel día en el comer y beber, día de la excepción. Menguada ya la despensa y afrontando aún el último tranco invernal con escasez cruda de ayuno forzoso, se inflaba la andorga antes de que la hambruna del frío diezmara a la comunidad segando a los débiles, viejos y niños por demás. Se toleró la promiscuidad oculta precisamente para repoblar y neutralizar tanta mortandad infantil. Y, andando la Historia, rodó la fiesta, se contagió de influencias y se parasitó de adornos. Hay en Polonia, Francia o Hungría guirrios idénticos a los que aquí consideramos exclusivamente leoneses, patrimonio inédito. Lo que vocingleros o eruditos patrioteros llaman cultura autóctona sólo es en un noventa por ciento flujo extranjero, sangre lejana o idea ajena. Y el tonto cum laude dice que no sólo es cosa propia, sino distinta. Ya le ronca.

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