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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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HE LEÍDO LAS NOTICIAS del libro que acaba de publicar Javier Callado Cobo: su indagación acerca de la cultura leonesa. El libro lo leeré pronto, pues lo habré comprado cuando este artículo salga, con motivo de mi anhelado viaje al Bierzo de Bembibre y a su Botillo prodigioso. Mas, de momento lo que vi en el periódico es que Callado Cobo ha delimitado el territorio de lo leonés más inapelable y puro. Ese territorio que viene de Roma: la Cisasturia. El país de las gentes que vivían al sur de las peñas cantábricas más occidentales. Y que viven. Callado Cobo dibuja el mapa de las tierras donde uno siempre sintió que era de allí. Somos cisastures; yo lo supe en la calle. En el campo. Yo era cisastur sin saberlo. Pero ahora lo sé. Diré, por ejemplo, que cuando estoy en Braganza, Portugal, siento que soy de por allí. Parece un disparate este modo de razonar, y tal vez lo sea. Mas, insisto, cuando estoy en Braganza, me digo: estas gentes que me rodean me son propias. Como si fueran parientes lejanos. O cercanos. En Braganza siento que esos señores que miran la plaza y el mundo son los mismos que lo hacen desde Fabero o desde Sabero; desde Riello o desde Riaño. Y también desde Sanabria, tan cisastur ella, desde la Cabrera y el Aliste; y desde las bellas Valdeorras, allí donde Galicia se vuelve astur a través de Astorga, que es el Oviedo leonés. Sí, esa aura terrena que detalla Callado Cobo existe. Porque uno está en La Bañeza y puede estar, a la vez, en Mirandela. Y el que está en Mirandela, que también es lusa -y muy romana- bien puede pensar que está en Benavente. Somos cisastures: somos la provincia de León, el norte de la de Zamora, el oriente orensano y parte de Tras-Os-Montes. En clave eclesiástica se explica mejor: lo cisastur son las diócesis de Astorga, León y la de Braganza. Por cierto, que la diócesis de Braganza, también se llama de Miranda do Douro, con un guión en medio, y pocos olvidan que en Miranda do Douro se habla mirandés, es decir, leonés. El leonés, por ello, es un idioma internacional: español y portugués. Y en su música, León mantiene vivas pruebas de haber sido la tierra donde nació España y donde nació Portugal. Ya lo decía Vicens Vives, el ilustre geopolítico catalán: el núcleo de Iberia está en el Duero. Y ya lo decía, también Miguel Torga, el más grande escritor cisastur: «El Duero es nuestra realidad más sólida». Él se refería a Portugal, claro, mas el Duero es el río fundacional de los dos estados ibéricos. Aunque la península lleve el nombre de otro gran río: el Ebro. Somos cisastures, pero yo soy de los que piensan y sienten que se puede ser, a la vez, leonés cisastur, de Castilla y León, español e ibérico. Amén de europeo. Más allá la cosa pierde fuerza: obviamente los cisastures no somos chinos. Ni tampoco creo yo que tengamos puestas grandes esperanzas en la alianza de civilizaciones. Somos cisastures, pero eso no requiere, a mí modesto juicio, articulación política. Lo cisastur, además se defiende solo: es. Existe. Es un modo de ver el mundo. Amparado en una ironía antigua y adusta, se me ocurre ahora. También creo que lo cisastur pueden defenderlo -sin acritud, desde luego- tanto los socialistas como los populares, los leonesistas y los anarquistas. Y tantos otros. Entre otras cosas porque lo cisastur es muy viejo. Seguirá existiendo cuando nadie sepa quienes fueron Zapatero y Rajoy. Incluso cuando no exista España, tarea muy avanzada en estos últimos años. No existirá España, pero existirá lo cisastur, que es prehispánico. Que es verdad y literatura a un tiempo. Es también mi casa, aunque yo no digo que sea la mejor. Además, esa casa no pide guerreros. Pide, sencillamente, cerrar los ojos y escuchar el rumor del mundo, de las palabras y del tiempo a su paso por Cisasturia.

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