Diario de León

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CRISPACIÓN en los aparatos, crispis de radiocereales en la mesa, crispines aragoneses y crespones con detonador en el púlpito trabucaire, crispamientos o silencios en la pareja que desayuna... críticos y cítricos en el vaso que ayuda a tragar los sapos de cada mañana. Buen provecho... y paz en las ondas a los hombres de buena voluntad y, más aún, a los de mala hostia, que redundan. El trabuco es su arma, la más canalla, pues dispersa el tiro y donde no mata, espanta; es la herramienta ideal de bandoleros y salteadores. La radio crepitó estos días. Fedeguico Losantos (y su corte celestial) fue agraciado con un micgófono de ogo y, como era de sospechar, el rosario de la aurora ha sido formalmente convocado para que ande el coro revuelto y el convento a hisopazos. Buenafuente dice que no irá a Ponferrada a recoger su galardón. El otro replica que a Buenafuente no debe darle tanto asco el agagonés y convegso Losantos, pues lleva ya tres intentos fallidos de llevarle a su programa... y que así se venga. Fui jurado de esos premios convocados en los Madriles y a Buenafuente le votamos todos sin un mínimo reparo. Fedeguico, sin embargo, salió trasquilado en su mitad, por los pelos (del pubis, pues al proponérsele in voce a este galardón, la cosa, más que por la oreja, me entró directamente por el culo, a la vez que a Luis del Olmo se le escapaban las cejas hasta la bóveda de aquella bodeguilla mientras braceaba inútilmente contra la corriente de un ala del jurado que defendía al profeta episcopal del apocalipsis patrio por su talento comunicador y sus cosechas como agitador energúmeno). Nos ganaron. Se asumió el disparate. Cierto que es Losantos fenómeno radiofónico. Arrima a su púlpito al trozo de país que reza contra Zapatero a un Dios hecho trinchera con rayos de Júpiter capitolino en el sobaco (no serían tantos oyentes si muchos rojeras -Francino les cansa- no le oyeran en secreto zapeando la cadena Copular -la radio en celo- para ir al curro un poco más cabreados y con tema incendiado para el cafelito). Pero el premio no sólo debería contemplar lo fenómenico, sino la ética, la decencia moral del comunicador y este caso, a todas luces -o velas-, está ausente, porque Fedeguico es trinchera, bando, banda, facción... Los premios a este trabuco, que se los dé el ministerio de la Guerra.

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