Tiempos de suevos
DICE RAJOY que estamos en un país civilizado, que somos la octava potencia económica del mundo, y que no estamos para perder el tiempo hablando de las fosas donde yacen los asesinados de la Guerra Civil y de los interrogatorios ilegales en el gulag de Guantánamo. En esas cosas «de los tiempos de Felipe V», o «de los suevos», también están incluidos, supongo, los vuelos de la CIA y la guerra de Irak, cuyo tratamiento puede impedir -a juicio de don Mariano- que nos dediquemos a cosas tan serias como la conspiración del 11-M o a saber si Zapatero se está rindiendo a ETA y entregando Navarra a los terroristas. Pero los hechos dicen cosas muy distintas a las que el jefe de la oposición comentaba ayer con evidente nerviosismo. Porque en las fosas de la guerra yacen gentes que fueron asesinadas por sus ideas. Porque aún hay muchos ciudadanos que tienen a sus padres o hermanos enterrados, como perros, en las cunetas de las carreteras. Porque la guerra de Irak aún está abierta. Y porque los vuelos de la CIA, complementados con el criminal interrogatorio realizado por la policía española a gentes detenidas ilegalmente, y que estaban siendo torturadas y violadas en las checas de Guantánamo, interpelan con enorme crudeza a la calidad de nuestra democracia y a los valores que dan fundamento a la UE. Precisamente por eso, porque somos un país rico y civilizado, y porque estamos directamente señalados por el dedo acusador de horribles crímenes contra la libertad y la humanidad, es por lo que tenemos que hablar de fosas que albergan nuestra pasado, de guerras ilegales, de detenciones sin control judicial, del fascismo que viaja, como una mercancía, en los aviones de la CIA, y de la tortura genocida puesta al servicio de la última pesadilla del imperio americano. Porque los atentados contra la libertad empiezan siempre con la apariencia de un servicio al orden y a la seguridad de los ciudadanos y a la huera grandeza de país que tanto ponía al ex presidente Aznar. Y porque la gruesa conciencia que exhibe Rajoy para referirse a los delitos de hoy como «cosas de Felipe V o de los suevos» es la única causa por la que perdió las elecciones de 2004 y por la que debería perder todas las que hagan falta hasta que aprenda a razonar en democracia y a gobernar desde los valores morales.