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Sueños de gran periodista

Berciano hasta la médula pero residente en Madrid, José Riesco Quiroga camina hacia los cien años recordando sus tiempos de corresponsal del Diario en tiempos de Filemón de la Cuesta

Publicado por
Pacho Rodríguez - madrid
León

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El Bierzo es el corazón de su patria. José Riesco Quiroga nació en Ponferrada como un delantero centro: con el 9 a la espalda. El 9 del 9 de 1909. Madrid se convirtió finalmente en el lugar en el que desarrolló su vida personal y la profesional, convirtiéndose en un empresario relacionado con la construcción. Prosperó, pero, mientras lo hacía y El Bierzo quedaba más lejos de un proyecto de futuro y de regreso, él seguía con la vista puesta a lo que pasaba en su tierra. La familia crecía, pero ya sin vínculos directos con León. Pero sus descendientes aseguran que no pasa un día sin el que este berciano rescate de la frágil memoria un pasado en el que fue y hubo de todo. Desde el inevitable, entonces, paso por el seminario a los estudios de la época. Pero si recuerda al go es su participación en las páginas históricas del Diario de León. Allí escribió y rememora la figura de Filemón de la Cuesta, que le permitió ser corresponsal. El resto es una existencia que, en pleno año 2007, le mantiene como un caballero de la exquisitez y la educación, siempre hablando de su León querido. Como en casi cien años hay de todo, este berciano en la diáspora ha vivido los auges y decadencias de toda la provincia. «Escribía de todo. Ponferrada era una ciudad con mucha pujanza. Escribía de todos los temas, pero no tengo guardado nada. ¡Cómo iba yo a saber que iban a venir ahora los del perió dico a preguntarme¿!». Leer el periódico siempre le gustó. A esta edad, todo es más complicado pero quiere estar al tanto: «En el pensamiento no tengo la edad que tengo. Estoy muy actualizado en el pensamiento». Reflexiones de una persona actual que vivió otro tiempo. Mientras Europa era una quimera prohibida y el joven Riesco veía más posibilidades en el largo viaje del empresario. «Me acuerdo de que teníamos un tío que quería que todos los sobrinos nos hiciéramos sacerdotes. Nos trataba como a reyes. Pero me fui porque no era lo mío. Aunque yo era un discípulo muy aplicado y siempre estaba con el primer o segundo lugar». Y de repente parece que se le escapa aquella vena periodística: «¿Y ustedes son del Diario de León?», pregunta. Pero es él mismo el que contesta: «Don Filemón fue el que consiguió que me quedara en el Diario. Porque había llegado uno a Ponferrada que quería ser comercial y me quitaba el puesto de corresponsal. Pero don Filemón ordenó que yo me quedara. Siempre le he estado agradecido por esa confianza que depositó en mí. Cuando yo no era nadie», remarca. Ahora es el centro de una casa en la que su hija le devuelve todo el cariño recibido.

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