Quercus y pino carrasco son los más afectados, según el Inventario de Daños Forestales
El 78 por 100 de los árboles españoles presentan un estado «saludable»
Daños abióticos, defoliaciones primaverales y el muérdago, origen del decaimiento arbóreo
Los resultados del Inventario de Daños Forestales (IDF) correspondiente al año 2006 indican que el 78,4% de los árboles estudiados presentan un aspecto saludable, mientras que el 19,5% tiene defoliaciones superiores al 25% y el resto son muertos o desaparecidos. Se trata de porcentajes muy similares a los del año anterior, si bien se ha producido una ligera recuperación en el caso de las coníferas, con un pequeño aumento en el porcentaje de árboles sanos (81,2%) acompañado de una disminución algo superior del arbolado dañado (16,5%). Respecto a las frondosas, sufren un ligero empeoramiento que viene dado por una disminución en el arbolado sano (75,6%) y un aumento similar en el dañado, llegando a alcanzar un 22,5% de pies en esta categoría. Los registros obtenidos para este grupo de especies presentan un nivel de vitalidad bajo, cercano a los mínimos alcanzados en el año 1995 tras un largo periodo de extrema sequía. Entre las principales causas de desvitalización y decaimiento destacan los daños de origen abiótico que, junto a las fuertes defoliaciones primaverales que puntualmente han afectado a muchas frondosas, y el continuado incremento del muérdago agrupa la mayor parte de los síntomas identificados. Se ha detectado un acusado decaimiento y muerte puntual, relacionadas con el déficit hídrico continuado y sequías puntuales, principalmente en el Levante, sureste peninsular y en áreas centrales de ambas mesetas. Las especies más afectadas han sido los Quercus (robles, encinas) entre las frondosas, y el pino carrasco dentro de las coníferas. A esto se suman los daños por las heladas en lugares tan dispares como Granada, Zamora y Huesca, afectando a cualquier especie (pino silvestre, chopo, eucalipto, encinas). Sin embargo, se aprecia una cierta disminución en los daños relacionados con el síndrome de Seca, así como los atribuibles a hongos, con las excepciones de la generalización de micosis foliares en los eucaliptares, principalmente en el cantábrico oriental, y la cada vez más frecuente aparición de daños en pinus radiata, en principio relacionados con el hongo del cancro resinoso (Sphaeropsis sapinea), pero también con otro agente no identificable en campo. Destaca también la aparición de procesos de decaimiento dispersos de origen no claro, sobre las alisedas del norte peninsular, repitiendo en cierto modo el proceso que afectó a principios de la década de los noventa a dicha especie forestal. Ataques de insectos En cuanto a insectos, no se aprecian a nivel general grandes variaciones en las infestaciones provocadas por la procesionaria del pino, pero son de destacar las proliferaciones de focos de escolítidos perforadores durante el verano, aprovechando la situación de debilidad debida al estrés hídrico. También es notable el incremento en los defoliadores primaverales de frondosas respecto a años anteriores, tendencia ya apuntada en el año 2004 en toda la península. Los alisos han sufrido en general fuertes defoliaciones por Agelastica alni. Se detectan síntomas de que los daños por Diprion pini están incrementándose de nuevo en los pinares de montaña del sistema central. El IDF se lleva a cabo sobre la Red Europea de Nivel I, que se estableció en 1987 para el seguimiento de la vitalidad de los bosques y su relación con la contaminación atmosférica. Consiste en el seguimiento anual de los puntos de una red de 16 x 16 kilómetros., sistemática y aleatoria, que cubre toda Europa. El número de puntos revisados en España durante el año 2006 ha sido de 620, evaluándose un total de 14.880 árboles.