Diario de León

Cosas de aquí | Entierro de la Sardina

El pez al hoyo y el vivo al...

Cientos de leoneses celebraron ayer el entierro de la Sardina con un acto popular en la plaza de San Marcelo en el que se repartió escabeche y vino para todos los asistentes

El entierro de la Sardina congregó a cientos de curiosos que despiden así al carnaval de este año

El entierro de la Sardina congregó a cientos de curiosos que despiden así al carnaval de este año

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S. C. Anuncibay - león
León

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Dónde están los principes, las princesas, los payasos, los zancudos. Ya no se ven por la calle. Bush no pasea por Ordoño y en Guzmán no bailan las vedettes . Zapatero y Rajoy no van juntos por el Húmedo. Los que ayer estaban, hoy tapan su vergüenza con lo cotidiano; los disfraces se quedan en casa, encerrados en el armario de la morriña y la risa se convierte en llanto. Dónde estarán esas gentes que poblaban de alegría las calles de la capital y se reían de sí mismos, olvidando por unos días los que son, y gritando por las calles lo que les gustaría ser. La ilusión y fantasía de los últimos tres días devuelven hoy, recelosas, la fatiga de los festejos. Pero antes, la resaca carnavalera dejó ayer un último mareo en la ciudad que ha vivido las celebraciones a merced de los delirios de Don Carnal. El llanto y el recogimiento figurado sembró de lágrimas el acto de cierre, en el que una pobre sardina se va a un hoyo del que saldrá ya para el año que viene. El cortejo fúnebre de este entierro, con el que se baja el telón de estas fiestas populares, salió desde las escalerillas de la avenida de Los Cubos y recorrió la calle Ancha para llegar hasta la plaza de San Marcelo, donde la esperaban sus verdugos, que se resistían a dar matarile al pez, porque eso significaba que la desvergüenza, hoy, se tiene que quedar en casa. A pesar de que los rostros reflejaban una tristeza contenida, los leoneses que asistieron al último adiós del escabeche, intentaban que lo solemne del acto figurara como tal, pero no lo consiguieron, y por eso no sabían si indultarla o quemarla, como al final se hizo, porque sardinas no hay más que una y a tí te encontré en la calle. De la calle son estas celebraciones que añaden por tercer año consecutivo un funeral como marca la tradición de quienes llevan realizando este acto luctuoso durante décadas. Con su permiso, el obispo, que no es el de verdad, monaguillo y fiscal, además de banda de música fúnebre, plañideras y esqueleto, dieron buena cuenta de la muerte que da vida a la Cuaresma, y aunque no será este pescadillo serán otros los que llevarse a la boca. Eso hicieron muchos de los leoneses que se acercaron hasta la plaza de Botines con la excusa de ver arder al pez y con el pensamiento de llenar el estómago con la sardinada popular, y entrar en calor con el vino que el Ayuntamiento repartió a los leoneses con la difunta de cuerpo presente. Un buen año para la música. Un mal día, por el frío, para ir de entierro, aunque el féretro de risa.

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