CRÉMER CONTRA CRÉMER
Centro Leonés de Arte
EFECTIVAMENTE, la inauguración del Centro Leonés de Arte (C.L.A.) instalado en el palacete de la Calle de la Independencia, constituyó un acontecimiento social y cultural. Centenares, millares diríamos para ser exactos de curiosos acudieron a la convocatoria de la Excelentísima Diputación Provincial dispuestos a no regatear elogios por lo que cabía asegurar que se trataba del fenómeno más significativo del quehacer cultural de la ciudad. Parecía, por la ilusión que se había puesto en la empresa de habilitar el edificio para centro de arte, un testimonio de compensación, frente a la tendencia dolorosa que se venía practicando de clausurar centros de cultura, para suplirles con centros bancarios o lugres para la exaltación de la pura gastronomía. Se cerraba el Teatro Emperador, sin duda uno de los edificios más importantes y más emblemáticos del quehacer cultural leonés, y se cerraban definitivamente más de doce salas de cine. Como si esta actitud actual de nuestros hombres más representativos, quisieran corregir esta tendencia siniestra, que parecía intentar convertir a la ciudad en un auténtico erial cultural, comenzaron a crearse asociaciones, fundaciones, centros de arte, museos, exposiciones y reuniones de representación de arte, alcanzando la consideración de ciudad museística. ¿No estaremos pecando de excesivos? El caso fue que la inauguración de este centro para la exaltación del arte leonés y para León, se vio asistido de una verdadera muchedumbre de alentadores de la cultura. En un alarde de extensión cultural, el acto se vio asistido por un grupo de gaiteros, lo que daba al acto una cierta forma de fiesta interregional. Asistieron a esta convocatoria, tantísimos invitados que se hizo prácticamente imposible la contemplación de las obras expuestas, lo que hace pensar en una cierta forma de reglamentación a fin de que los árboles no impidan ver el bosque. Si alguna vez me fuera conferido el poder decisivo en esta clase de ofertas culturales, impondría como acción de necesario cumplimiento, la limitación de asistentes, a fin de que los verdaderamente invitados para contemplar los objetos motivo de curiosidad y de estudio consiguieran su objetivo, sin la ocupación de los espacios por la multitud. Porque el arte, y el de Juan Manuel Díaz Caneja principalmente, no es arte para multitudes... El presidente de la corporación provincial, Javier García Prieto, en un discurso henchido de emoción, de sencillez y de claridad expresiva, dio las gracias a todos y todos se la dieron a quien había hecho posible el milagro. Y a continuación, el verdadero padrino del evento, Antonio Gamoneda, expuso las líneas orgánicas de la pintura de Caneja y su obligada derivación hacia la poesía. Digo como remate de estacrónica obligada, que el pueblo de León queda comprometido a prestar calor, atención y hasta entusiasmo a este acontecimiento, del cual se pueden derivar futuras expresiones del arte válido. Enhorabuena y no me pregunteis por el contenido del lugar porque no me fue posible ver nada.