San Marcos halla la luz

Si el viajero entra en la ciudad de noche y se agarra de la mano de la típica guía turística, encontrará, antes de coger el puente por el que se busca la bula camino de Santiago, un espacio distinto del que hubiera hallado de día. Realzada sobre el lecho del río Bernesga, delante del Parador, la plaza de San Marcos le parecerá una pista de aterrizaje de aviones trasplantada a una época en la que el transporte tenía motor de cebada. Es sólo un efecto de la luz -aunque todos los visuales lo sean- lo que hace imaginar este escenario, al que el Ayuntamiento ha dotado de una nueva iluminación, que viene a paliar la actuación vandálica y de desgaste del anterior equipamientos. En total, 45 nuevas luminarias -de tipo bolardo, cilíndricas, en acero inoxidable, a medio metro del suelo y con alta resistencia al impacto- adornan la plaza, donde, según explican los responsables municipales, «se han mantenido las condiciones básicas de diseño, con un alumbrado rasante que permita el tránsito peatonal, sin eliminar el protagonismo de la fachada en las horas nocturnas». Por este respeto y en atención al medio ambiente, el consistorio ha decidido apostar por la mayor eficiencia energética con una potencia por cada punto de luz de 35 vatios, lo que ha derivado en que la obra eléctrica anterior pueda ser reutilizada. Si aterriza por la zona, ahora que el alcalde inauguró ayer la iluminación, no podrá echar la culpa a la visibilidad si mete el pie en una de las fuentes. Nunca, en la plaza de San Marcos, fue tanta verdad que sólo se moja quien quiere.