Diario de León

Un informe de Oceana pide que la legislación europea incluya 30 hábitats marinos

Sólo el 0,5% de los mares y océanos del Planeta están protegidos Evitar vertidos y contaminaciones

Incluyen montañas submarinas, arrecifes de coral o bosques de gorgonias y laminarias

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Miguel J. Tré - león
León

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A pesar de que las dos terceras partes del planeta están cubiertas de agua, hay protegidos cerca de 100.000 espacios naturales terrestres y sólo 4.500 marinos, lo que significa que apenas una de cada once hectáreas de espacios protegidos en el mundo son marinas, cifra que en España baja a una de cada 33 (unas 150.000 hectáreas). Además, en la UE, sólo 9 de los más de 200 hábitats a conservar son marinos. Para tratar de reducir esta diferencia, que ha propiciado que sólo el 0,5% de la extensión total de mares y océanos tenga alguna figura de protección, la Fundación Biodiversidad y la organización ecologista Oceana han dado a conocer el estudio «Hábitats en peligro. Propuesta de protección de Oceana», en el que se estudian e identifican 30 hábitats, la mayoría de los cuales no están incluidos en la Directiva Hábitats, y que, dado su valor natural, consideran deben ser protegidos por la UE. Además, han presentado al organismo comunitario una propuesta para que sean incluidos en su legislación de conservación de la naturaleza. Frenar el deterioro marino Para elaborar esta propuesta, se recorrieron 10.000 millas de aguas marinas europeas, se realizaron más de 200 horas de inmersiones, se utilizó un robot submarino y se hicieron 100 horas de grabaciones submarinas y 5.000 fotografías. Según se indica desde Oceana, la falta de protección de determinados fondos marinos en el marco europeo es una de las carencias más graves de la actual Directiva Hábitats, una herramienta fundamental para que la UE pueda cumplir el objetivo de detener la pérdida de biodiversidad para el año 2010. Diversos estudios científicos han puesto de manifiesto la fuerte pérdida de biodiversidad en los océanos y el marcado declive de los stocks pesqueros, la mayoría de los cuales podría colapsarse antes del año 2050. Por esta razón, la ONU también ha hecho un llamamiento para incrementar las áreas marinas protegidas como una de las medidas para frenar el deterioro de los mares. Oceana propone en su estudio una treintena de tipos de hábitats que podrían ser de interés comunitario, entre los que se encuentran los principales ecosistemas marinos como montañas submarinas, gases constructores, hábitats pelágicos, desiertos marinos, arrecifes de coral (incluyendo los corales de aguas profundas), jardines de gorgonias, campos de esponjas, arrecifes de bivalvos, poliquetos y crustáceos cirrípedos, prados de algas verdes, concreciones de algas rojas y bosques de laminarias. Otros hábitats que también deberían tenerse en cuenta son los sotobosques de algas pardas, los prados mixtos de algas, los mantos de algas filamentosas, las charcas intermareales, los hábitats con grandes especies coloniales de hidrozoos, briozoos y tunicados, y los antozoos coloniales. Todos ellos constituyen verdaderos puntos calientes de biodiversidad y albergan ecosistemas frágiles que requieren una protección urgente. En resumen, con este informe se ha tratado de documentar una representación de las estructuras geomorfológicas, hidromorfológicas y biogénicas que constituyen una parte integrante fundamental del patrimonio natural presente en el entorno europeo. Durante la investigación surgió la posibilidad de realizar un estudio sobre los movimientos migratorios de las tortugas, así como de su comportamiento dentro de las preferencias estructurales de sus poblaciones atendiendo a variables como temperatura superficial del agua, profundidades, etcétera. El principal objetivo del trabajo, plasmado en el informe «Tortugas. Migraciones y preferencias de hábitat de la tortuga boba en el Mediterráneo», es contribuir a estrategias de conservación que eviten las capturas accidentales de estos animales en diferentes artes de pesca. El marcado de los ejemplares se realizó aplicando una marca externa (metálica), otra subcutánea (microchip) y marcas transmisoras por satélite en el caparazón de nueve tortugas bobas capturadas y liberadas entre el mar de Alborán y el Balear. El año pasado, Greenpeace y WWF/Adena alertaron sobre la necesidad de proteger los océanos. La primera, puso en marcha la expedición «Un año en la vida de los océanos» en la que denunció que la sobreexplotación de los recursos pesqueros, la contaminación por sustancias tóxicas o la destrucción de los ecosistemas litorales son algunas de las amenazas que sufren. Además, realizó una campaña para defender el Mediterráneo recordando que sólo el 1% está protegido y que su litoral está sometido a una intensa urbanización que viene acompañada de vertidos, contaminación y degradación del ecosistema. WWF/Adena, por su parte, propuso la creación en España de una Red de Áreas Marinas Protegidas con el objetivo de conservar los paisajes marinos de mayor riqueza de forma que en el año 2020 se cubra al menos un 10% de la superficie de nuestros mares y costas. Seleccionaron un total de 20 zonas, por estar parcialmente preservadas de la actividad humana, servir de refugio a especies intensamente explotadas o tener una especial importancia biogeográfica, ecológica, económica o social. Aunque parte de la riqueza marina se ha perdido, afirman que sigue siendo elevada y se conservan importantes comunidades biológicas como las praderas de posidonia, los bosques de gorgonias, los coralígenos, las cuevas, los fondos de Maërl, los bosques de laminarias atlánticas o los bancos de corales profundos, que albergan especies desde langostinos hasta calderones, tiburones, tortugas o delfines.

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