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CAGÜEN el museo y tó lo muerto, dijo uno de Boñar, y no se supo si se refería a ese panteón de cadáveres tiesos de serrín animal y mental que hay en Valdehuesa o por la noticia reciente de que habrá de hacerse en la zona otro museo más, el dedicado a la dama de Arintero. Dicen esta vez que hay que musealizar sus restos en La Vecilla. Jopá, jolín, vamo a hasé otro corralín. ¿Y de quién son esos restos?... ¿Cuántos de la sala están seguros de que sean de la supuesta Dama, cuya existencia es tan probable como patraña burda, tan cierta como cuento insostenible, hijo de las muchas ganas de inventar mitos y empotrarlos en un retablo que lo tenemos vacío de tipos heroicos y de respetos?... De haber existido, esa supuesta Dama avergonzaría en lo que tenga de cazurra o paisana. Amén de que el mito de la mujer soldado es más viejo que las orillas del río y está copiado tarde y mal, no cuadra ninguna lógica en su caso, tal y como nos lo relatan: un lugareño de Arintero con sólo siete hijas (dice el patrañero que era conde, aivó, ya ves) no tiene varón para meritar en armas, pero una de ellas, Juana (Mari-Juana en la intimidad) se enrola en el ejército y en una batalla zamorana contra las tropas de la Beltraneja, la hieren y, al curarla, vieron que era tía la tía, no mucha tía, pero tía (el patrañero exalta: «tiró con tal ímpetu de su lanza, que se le saltaron los botones del jubón dejando al descubierto su blanco pecho»... viva la teta, si es que no era plana Marijuana); y que la licenciaron otorgándole una serie de privilegios para que los de su pueblo fueran todos hidalgos y no pecharan jamás en tributos ni en levas; pero que, celosa la católica Isabel de estos privilegios (¿no se los había concedido ella misma?), mandó tras la de Arintero a la soldadesca y, sorprendiéndola en La Cándana jugando a los bolos, intentaron prenderla y allí mismo la desgraciaron y la diñó. Que lo compre quien lo entienda. Por si fuera poca el teatro inverosímil que se le ha echado a este dudoso personaje, se hacen incluso novelas para agrandar más la mentira asegurando que no murió... y que casóse, preñóse y consumóse el acabóse... Sostengo teoría contraria. La tal dama, si existió, debió ser más machorra que una raposa con cuernos. «Dama, dama... de alta cama y baja cuna». Estáte mañana aquí a esta misma hora y te lo cuento.

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