CORNADA DE LOBO
Machorrilla
PUES NO cuadra en la lógica el perfil dibujado en la leyenda de la dama de Arintero, copia del viejo mito de la mujer soldado o monja alférez nutrido, a su vez, del arcaico pito de la amazona guerrera, aquella que tenía sólo una teta (se cortaban la derecha; estorbaba al arco). El dibujo de nuestra inexistente o patrañera heroína muestra una moza de familia montañesa sin hijos varones, se enrola en las mesnadas de la reina para salvar el honor de su casa, la hieren en batalla, descubren al curarla que era paisana, la licencian con honores de bravura y la mandan para casa con un privilegio que eximiría a todos los de Arintero de pagar fueros o sufrir reclutamientos, aunque después aparecen soldados persiguiéndola, alcanzándola en La Cándana -donde se había parado a echar unos bolos con la paisanada- y allí mismo la desgracian y defuncionan. Vaya. ¿Pero no eran compañeros de armas los soldados que la persiguieron; no iba ella rebozada de honores y con fueros privilegiados?... Esto no cuadra. Ensayé una teoría hace tiempo. Nadie la replicó. Si existió la dama, así fue la cosa: Familia de siete hijas. Sin varones, no hay méritos de armas ni más prosperidad. Una de las hijas pasaría por mozo; es machorra en todo, hasta insinúa bigote, nada de teta, planita la rapaza, vale el fraude, se larga y se enrola. Herida, le descubren el conejo en batalla. Gran cabreo entre tíos, insulto al guerrero, cagüen la mentira, a por ella. De honores, nada de nada. Como mucho, la finiquitan su soldada, la expulsan del campamento y la mandan a casa con calderilla. La tía se rebota, se barrena. No ganó dinero, favor, honor ni hidalguía para ella o su pueblo. Fracasó. Vuelve degradada, en deshonor. Ya veremos, se dijo. Gasta el poco cobre en un copista y escritura en pellejo el honor no logrado, el privilegio fantasma. Al paso, parando en toda venta y tasca, retorna alardeando de lo que no es ni tiene, baladronando de distinción e impostura; incluso no paga mostrando el falso pergamino, abreva en bota, jura como cabrero, deja rastro bronco de incidentes. Llega a orejas de su ejército el desmán. A por ella. La pillan con la miel en la boca, cerca su pueblo, camelando a sus paisanos. Se rebrinca la tía machorra. Y extrema el lance. Mejor morir a espada que de vergüenza. Pero murió en bolera y de bolazo de cepo de urz... y así nos explicamos la mentira.