Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

La hora del reparto

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VICTORIANO CRÉMER
León

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REUNIÓN DE RABADANES, oveja muerta. No falla el refranero. Así que fue llegado el tiempo de armar caballeros políticos a los andantes, comenzaron a moverse de verdad, los mecanismos electorales. Y de lo más profundo de nuestros pequeños pero impenetrables mundos, comenzaron a surgir a la superficie, los candidatos. El candidato, en términos vulgares para entendernos, es el individuo que recorre mundos, trata con gentes diversas y ensaya retóricas halagüeñas, para conseguir aproximarse a los llamados centros de eficacia política. Porque en el fondo, todos, o la mayor parte de los humanos, queremos establecernos en el poder, porque el poder da la felicidad, no el dinero. Se puede disponer de muchos dineros, de inmensos caudales, pero si no cuentas con el poder, es como si no hubieras salido de pordiosero. En realidad, todos los candidatos a lo que fuera, no son en puridad sino pordioseros que viven pegados a la tierra, arrastrándose para alcanzar ese trozo de poder que efectivamente «sí que da a un alma la salvación, y a un cuerpo la satisfacción plena». En este tiempo denso, esperanzado, rebozado de ambiciones, estamos. Y desde los centros de decisión, que son los partidos, se está ya organizando el dispositivo que hacia el poder conduce. Nombres que nos son familiares se empeñan en flotar, no les falta más que llorar para atraer la atención de los poderosos. Y son éstos, los que han conseguido un trozo de poder, los que deciden quienes les relevarán o quienes les ganarán por la mano pródiga. Porque en política, el que no da no recibe, y cuando se alardea de independiente se está confesando su renuncia a la mano de Doña Leonor... Los nombres que se están barajando en León, concretamente, por no ir más lejos, son conocidos y no diremos que honrados para todo el mundo, por que no es cierto, pero sí reúnen las condiciones imprescindibles para salir ganancioso de esta feria de vanidades. Y sabemos los humildes electores que no son estos, no son estos, los llamados de verdad ni serán los elegidos por derecho. Conocemos personajillos de uno y otro sexo que en honor a la verdad no deberían ser ni mencionados para nada, porque además de no ser nada, de no saber de nada, de no contar con nada, se prestan a servir dócilmente al que mande, al que disponga de padrinos para el gran bautizo electoral. Los medios de información, no deformado sin por el favor, ni por la dádiva, lanzan al espacio nombres: Mario Amilivia, García-Prieto, Carrasco, Saurina, Francisco Fernández, Villalba, López Benito, Arvizu, Cipriano Elías, Martínez, Ordóñez, todos ellos posiblemente, implacablemente dotados y dispuestos pero ¿quién los elige? ¿Quién les otorga la credencial para que de la noche a la mañana, se vean inscritos en la nómina general de los beneficiados? Todos los hijos eran valientes, se decía en la película, pero no todos, ni mucho menos, valían para pelear con honor y con eficacia. El quid de la cuestión está en saber elegir.

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