Las cenizas?de?Echevarría serán esparcidas en la playa de La Concha El Vaticano llama a los médicos a una?«valiente?objeción de conciencia» Un adolescente de 15 años apuñala a un compañero por una videoconsola

Los restos mortales de Inmaculada Echevarría, la mujer que quiso que se le desconectara el respirador del que dependía para seguir viviendo, fueron incinerados ayer en el cementerio municipal San José de Granada. Sus cenizas serán trasladadas a San Sebastián para ser esparcidas en la playa de la Concha, lugar donde pasó parte de su infancia y donde, según dejó escrito, había sido muy feliz. El cadáver de Inmaculada permaneció durante toda la noche del miércoles en el tanatorio municipal, donde fue velado por unos cuantos amigos en la más estricta intimidad. Su despedida fue un responso celebrado en la tarde del miércoles en la capilla del cementerio, con la asistencia de apenas una veintena de personas. Un amigo de la fallecida, Federico Olóriz, explicó a los periodistas que Inmaculada no quería que tras su muerte se celebrara ningún tipo de acto público, con el deseo de que «se le respetase no sólo a ella, sino también a la gente que ha estado a su alrededor durante muchísimos años». Inmaculada quiso que la acompañaran en vida, pero pidió estar sola en el paso más importante, cuando le retiraran el respirador. Ya se había despedido de todos, los había besado y agradecido su apoyo, y antes de morir quiso recibir los sacramentos. Estaba tranquila, alegre, y decidió irse en paz, aunque llevaba un par de años «peleada con Dios» por la difícil situación en la que la había dejado. Este deseo también se cumplió.